Velas.
"...Sus ojos, negros como conjuros, se humedecían con las pupilas dilatadas a causa de la penumbra reinante en la habitación. Del otro lado de la persiana entrecerrada la luna espiaba curiosa. Ella apretaba los dedos de sus manos..."
"...Sus ojos, negros como conjuros, se humedecían con las pupilas dilatadas a causa de la penumbra reinante en la habitación. Del otro lado de la persiana entrecerrada la luna espiaba curiosa. Ella apretaba los dedos de sus manos. Era tan solo un reflejo porque hacía rato había dejado de luchar. Maniatada boca arriba en la cama, con los brazos y las piernas abiertas y extendidas, no había beneficio alguno en resistir.
Habíamos hecho esto varias veces, y la última vez me había desafiado. Creo que sin c...