La caída

El íntimo territorio, atalaya de la integridad e identidad del varón, no resistió el embate de la empalmada verga que, incontrolable, relajó sus defensas para acoger la acometida y absorber la dominante estaca.

Primera vez

No recuerdo como llegué a esto, pero allí estaba cargando mis catorce años y el furor de las hormonas.

Afuera la noche, las estrellas y el frío.

Adentro su rostro regordete y sonriente, tranquilizándome con la ayuda de sus años y del gin cola.

Sus manos, pequeñas como las mías, me exhibían su sexo: un falo recto, corto y gordo, no circuncidado y en el que su cabeza lustrosa se abría paso entre los pliegues del pellejo que ya no lo contenía.

"No pienses, déjate l...