Los montes de Covadonga (3)
Nacho y Covadonga fijan las reglas del juego y comienzan a cumplir sus fantasias.
Cuando sonó el despertador me di cuenta que había dormido de un tirón. Me levanté de la cama y me duché como cualquier otro día. Me puse el traje y me dirigí a la cocina. Al pasar por delante de la habitación de Cova noté una extraña sensación. Me recordó a cuando era adolescente, cuando estaba liado con alguno de mis primeros rolletes y estaba próximo a encontrarme con ella, a esa mezcla de sensaciones entre nervios y excitación sexual.
No pude por menos que empujar la puerta entornada y mirar...