La duna
Una mañana en la playa, una infidelidad más.
Cuando llegué a la playa, lo visualicé enseguida. Era uno de esos días en los que mi deseo estaba desaforado. Necesitaba una victima con la que pudiera realizar todas mis fantasías febriles acaecidas durante la noche.
Ojeaba el periódico sin ningún interés. Me aproximé a unos cinco metros y coloqué mi sombrilla. Aun no me había visto. Empecé a montarme el espacio donde llevaría a cabo lo que había planeado en el coche previamente. El movimiento le atrajo. Levantó la vista del periódico y se meque...