La masajista
La senté en la camilla amarrándola por los muslos, le quite el tanga y abrí sus piernas descansado en mis hombros, mi polla parecía que iba a reventar de dura que estaba.
El relato que os voy a contar sucedió hace dos años.
Debido a mi afición por las motos tuve una lesión en la espalda y el medico me recomendó unos masajes para desmontar unos tendones a la altura del hombro así que decidí ir a uno que estaba cerca del trabajo así no perdía mucho tiempo.
Cuando fui a preguntar los precios me atendió una mujer morena con el pelo liso los ojos verdes unas tetas grandes y unas piernas de las que no puedes pasar sin fijarte llevaba una minifalda y se le adivinab...