Rosa
La traición se castiga
Ernesto
Miré el reloj y faltaban cuatro minutos para las nueve. Rosa me esperaba en su casa y por una vez en mi vida llegaría puntual a recogerla, nunca en los dos años que llevábamos juntos lo había sido, en algunas ocasiones, por el trabajo o por los amigos, sus esperas fueron interminables. Quería que todo fuera distinto y no hacerla sufrir más. Esta vez sería diferente, a las nueve en punto la vería y pasarían una velada inolvidable con cena, baile y después... A menos un minuto, bajé del co...