Lobo de mar
Olía a mar. Sabía a sal y bajo su ropa escondía el aroma a hombre que en tiempo no ha conocido el agua dulce
Aquella plomiza tarde de noviembre yo estaba tan revuelto como el tiempo. Amenazaba lluvia y con las primeras gotas de agua corrí a refugiarme en el primer bar que vi abierto.
Allí nos topamos él y yo. Yo y él. Los dos con ganas de conocernos pero con miedo a acercarnos.
Me miró y lo miré. Y fijamos nuestros ojos en la mirada del otro.
La mía debía ser una mirada que asomaba tan triste como esa tarde. La suya reflejaba la añoranza de quien anhela otras gentes y otras tierras. Morriña gall...