Historia Real 03. Degradación

Viene un episodio repleto de sadismo y dolor, pero mis planes avanzaron gracias a esos momentos y a una nueva amistad.

Cuando te planteas la esclavitud sexual a manos de un desaprensivo como era Armand, el cabrón, Maestro, como quería que lo llamáramos (cuando Jo recuperaba el habla y no era una mascota sexual, totalmente disociada —ese fue el diagnóstico—), piensas que van a abusar de ti, que te van a usar para sexo, pero no tienes en mente perversiones más oscuras como las que me (nos) sucedieron.

Sí, cedida y emputecida en manos de los «favorecidos» del cabrón se nos humillaba (al menos yo lo sentía, Jo, no lo sé,...

Historia Real 02: Emputecimiento forzado

Armand me manda, después de obligarme a follar públicamente con mi madre, Jo, a emputecerme como ofrecimiento a un abogado para influirle. Hago no solo lo que quiere sino que pongo de mi parte... porque tengo un plan, pese a ser emputecida.

Me desperté con una sensación de dolor en el vientre. Estaba sangrando. Armand abrió mucho los ojos, levantándose de su carísima cama de un salto, de entre sus carísimas sábanas en su carísima casa con su carísima esposa.

Yo estaba atada por las muñecas a un gancho en el techo, con el culo penetrado por un grueso plug anal que se había estado hinchando y deshinchando toda la noche provocándome una sucesiva oleada de orgasmos que no comprendía pero que me arrasaron igualmente. Pero al parecer el artilu...

Una historia real. Iniciación. El jefe de papá.

EL jefe de mi padre tiene unas normas para dejarnos tranquilas a mamá y a mí: servirle sexualmente. Esta es la historia de mi iniciación como sirvienta sexual.

Una historia real. Mi madre me ofreció al jefe de papá. Iniciación.

Cuando empecé a pensar en escribir esta historia, os cuento, estaba atada en el suelo con una mordaza de bola y dos hombres horadándome las tripas con sus pollas. No puedo decir que lo estuviera disfrutando totalmente, ni que no tuviera dos gruesos lagrimones en los ojos a punto de caer, rodando, pesados, para estrellarse en el suelo junto al charco de mis propias babas. La boca me sabía a semen, a piel de la polla de otros hombre...