Suspiros y gemidos

Como uno de los peores días de su vida pasó a ser uno de los mejores.

Era incapaz de dejar de mirarla. Estaba hermosa, dolorosamente hermosa, perdida entre las brumas saladas de los sueños rotos y los corazones partidos. Sonreía, pero por dentro la nostalgia y el miedo la quemaban como las llamas del profundo infierno, el infierno el que ella y yo nos sentíamos arder.

Era una tarde de sombras, de penumbra, de lágrimas. Ella estaba deshecha y los estaba yo por ella. Su dolor era el mío, su sufrimiento era el mío, su temor era el mío. Su mundo, su diminuto mundo,...