La Turista Madura (Tercera Parte)
Continuación del triángulo sexual entre una mujer sumisa madrileña, su marido cornudo consentido y un joven y salido vecino en unos apartamentos de la costa.
Estábamos los tres en una habitación gigante, con las paredes y el suelo de madera blancos, había una gran cama en el centro, junto a una enorme alfombra. Se sentía un vértigo por el tamaño del espacio, como si fuera la sala de un museo o un palacio. Sara estaba completamente desnuda sobre la cama, como si fuera una ofrenda a los dioses, a cuatro patas, sin moverse. En esa posición, a cuatro patas, simplemente sonreía con picardía y de repente giraba su cabeza para proponernos un juego nuevo. El juego, su j...