Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 47 y 48)

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CAPÍTULO 47

Parado en un semáforo, con el sonido del parabrisas martilleándome, sentía que la excitación llegaba a sobreponerse por encima del dolor; recordaba a Edu follándola, de aquella manera tan sucia, sobre la tierra mojada de aquella explanada… y aquella frase de María... aquel “¿Qué me haces?” ¡Me matas!” que mostraba asombro y admiración… y mi mano bajó y se coló por mi pantalón y mis calzoncillos, que me recibieron con un charco viscoso y frío.

En apenas dos minutos de penetración la h...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 45 y 46)

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CAPÍTULO 45

Edu se sacudía un poco el pelo, húmedo, aún sin siquiera mirarme, y yo guardaba el móvil de María en mi chaqueta.

Con mi corazón en un puño miré hacia atrás, en diagonal a la derecha, y me parecía verla a ella hablando con Carlos.

Bajé las dos ventanillas de la parte derecha del coche, tenso, esperando la primera frase de Edu, y, una vez éstas bajaron, pude ver como efectivamente María y Carlos mantenían una conversación que parecía más bien una discusión.

—Dame el teléfo...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 43 y 44)

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CAPÍTULO 43

Me miraba de nuevo en el espejo de aquel aseo y pensaba en la obviedad de que María no se tomaría aquello nada bien. Además era claro que tenía que decirle lo que acababa de hacer, pero temía que si se lo decía demasiado pronto ella quisiera irse, dejándonos a mí y a Carlos con un palmo de narices.

No salía de un embrollo y ya me metía en otro, pero no veía la forma limpia de hacer las cosas. Solo esperaba que el fin justificase los medios, que el bien final fuera también satisfactor...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 41 y 42)

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CAPÍTULO 41

Escuchaba desde la cama el pitido de la cafetera italiana que me anunciaba que María ya estaba en la cocina. Miré el reloj y eran las siete y cuarto, faltaban cinco minutos para que sonara el despertador, pero a ella no le había hecho falta, casi nunca le hacía falta.

Sentía un nudo en el estómago, y sabía que era por algo que había soñado. Así que hice lo que solía hacer en esos casos, indagar en mi mente rápidamente, pues sabía que o lo averiguaba en aquel preciso instante o el rec...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 39 y 40)

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CAPÍTULO 39

El agua de la ducha caía por mi espalda. Era la mañana siguiente, jueves, y era mi penúltimo día en mi puesto de trabajo, ya que el lunes empezaría con mis nuevas funciones. Y María aún no lo sabía.

Me sentía cansado, soñoliento. El desgaste mental era tremendo, y además nos habíamos acostado tarde después de nuestra locura con Carlos.

Cogí mi esponja y comencé a enjabonarme, y no sé por qué pensé en que a María no le gustaba usar esponja, y me di cuenta de que unas cinco horas...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 37 y 38)

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CAPÍTULO 37

Era difícil de entender cómo habíamos llegado a aquella situación. Carlos parecía el más entero y María la que más luchaba por disimular un estado de excitación que era obvio.

—Vamos —insistió entonces aquel hombre que yo sentí más grande, como que ocupaba todo el salón.

María miró hacia atrás de nuevo, pero no miró mi miembro, sino a mí, y no supe si con su mirada enigmática me decía que me apresurara a colmarla, o si me pedía que se lo hiciera bien para que así ella pudiera m...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 35 y 36)

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CAPÍTULO 35

Posó la copa en la mesa. Se colocó el pelo. Y lo repasó con la mirada, sin amilanarse.

—Siento decepcionarte pero no fui allí, cachonda perdida, a que me follaran esos dos críos. Acabó pasando y ya está.

—Entiendo. Bueno, y supongo que, además, a esas edades, con las hormonas descontroladas, te saltarían encima tan pronto como pudieron —dijo Carlos al tiempo que alargaba una mano hacia ella.

—¿Qué haces? —protestó.

—Nada que incumpla tus reglas —respondió, llevando...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 33 y 34)

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CAPÍTULO 33

No me paré a reflexionar siquiera un poco sobre aquella teoría de Begoña. Simplemente le dije que mis maquinaciones iniciales individuales, y posteriores con Edu, la estaban contagiando… y ella me respondió:

—Todo lo que no te conviene para ti no existe. Metes la cabeza bajo tierra como un avestruz.

No quise seguir la charla por ahí y la sentí más seca el poco tiempo que nos seguimos escribiendo, tanto que me planteé sino enfocaría sus conversaciones conmigo como meras oportuni...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 31 y 32)

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CAPÍTULO 31

María, mirándome, puso una mano en el pecho de él, y yo pensaba que quería sentirle antes de ser penetrada. Su mirada era desesperación absoluta, casi angustia… y yo sentía que no era quién para pedirle nada, ni para detener nada.

Lo peor de todo era que yo, a pesar de saber del riesgo máximo que entrañaba, quería verla plena, agradecida. Quería ver a Carlos dejándose caer, hundiéndose en ella, quería verla cerrar los ojos, acogiéndole… Ver a aquel macho calmándola…

—Para… —sus...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 29 y 30)

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CAPÍTULO 29

—Está bien. Yo sola —dijo María, y él reinició su paja al tiempo que ella se llevaba las manos a sus pechos, sobre su sujetador.

Carlos la miraba, queriendo mantenerse noble, pero su mirada distaba ya mucho de ser limpia. Quería mantener un estilo, una pose distinguida, en su masturbación, pero en eso no podía competir con María, la cual bajaba su sujetador, con destreza, haciendo algo de fuerza, exigiéndole a las copas de aquel encaje blanco hasta volcar sus pechos sobre dicho sujet...