Sin poder evitarlo
Después de tantos juegos entre ambos, no pude aguantarme más y la llevé a mi habitación, donde tenía todo preparado para hacerla mía en una noche inolvidable para ambos
Al igual que todos los días, regresábamos juntos del trabajo, ella era mi vecina desde que me mudé de mi pueblo, hace ya cinco años, y también trabajamos en el mismo edificio. Ella fue la primera del edificio que me habló, así que le debía mucho. Pero como cada tarde nuestros juegos se hacían más notorios, yo siempre trataba de tocarla en su bien formado trasero o de rosarle las tetas y ella hacía lo mismo en mi pene, aunque siempre terminaba en el baño o en la cama pensando en ella y con mi mano.
Pe...