Una noche en el hotel con Samantha
Samantha entonces tomo su pene, comenzó a acariciarlo, a hacer arrugar la piel, no dudo en darle una lamida antes de meterla toda dentro de su boca.
Ya era muy noche cuando los dos subieron al elevador en dirección a su habitación.
Estaban más serios. No se habían dirigido la palabra ni una sola vez en el día. El silencio se había convertido en su único comunicador aliado.
Kevin acercó una mano y logró alcanzar a su amiga Samantha, la tomó con suavidad, pero con firmeza, como si temiera que se fuera en cuanto las puertas se abrieran. Samantha le correspondió con un agarre más fuerte. Dándole a entender que ella tampoco quería que se fuera de...