Tonterias de juventud
Dos primos que comparten un aprendizaje vital, que podría durar toda la vida.
Nunca culparía a mi prima Laura de lo que pasó, ella era una niña, y yo más niño aún, cuando nos besabamos detrás de las cortinas, adolescentes cuando aventurábamos las manos debajo de la ropa.
Como a nadie sorprenderá, de las caricias pasamos a seguir acariciándonos con las bocas, y de ahí a lo que se viene llamando follar.
Como primos que éramos (y somos) nos tocaba compartir muchos espacios, pero en ocasiones no como se esperaba de unos primos. En coche, tapados con una manta sin que hiciera...