Entregándome al negro

A veces uno no puede evitar entregarse a cualquiera que se dé cuenta de cómo es uno. Lo escribo y lo publico por orden de mi amo.

Me imagino la escena subiendo por las escaleras mecánicas del metro, distraído, pensando en mis cosas. Cuando miro hacia delante le veo. Está dos escalones por delante mía; lleva una camiseta de tirantes blanca que contrasta con sus brazos negros y musculosos. Sin pensar demasiado en lo que hago, subo al siguiente escalón para tenerle más cerca y entonces siento su fuerte olor a sudor. Apoyo el brazo derecho en la barandilla, justo al lado de su brazo pero sin llegar a tocarle. La proximidad y el olor...