Conociendo a mi señor
Primer encuentro
Nunca había imaginado que cuando le conocí me atreviera a dar el paso, pero allí estaba, nerviosa, agitada como una hoja que cae de un árbol en pleno mes de otoño y que el viento empuja sin saber muy bien a dónde. Aunque yo sí que sabía dónde, a sus brazos.
Mi Señor me dio una dirección y unas premisas que seguir, debía llevar un vestido negro, corto, ajustado, que escogí con sumo cuidado, pues quería ser justo lo que esperaba. Botines de tacón fino, medias de liguero, sin sujetador, pero con tanga. ...