Desde los dos extremos del látigo
Una sesión contada a dos voces. La voz de la sumisa y un narrador observador.
Desde los dos extremos del látigo
Era extraño. Podía percibir mi sangre pasando por las venas, el sudor saliendo de mis poros. Mis sentidos alerta, no me había sentido tan viva jamás. Esperaba, yo siempre tan impaciente no imaginaba que podía disfrutar de la espera, del no saber en qué momento escucharía sus pasos o sentiría su respiración. Entonces, él ni siquiera vendó sus ojos, solo la orden lejana de cerrarlos, eso era suficiente. Una orden simple, párese ahí, ponga las manos sobre el...