Sometido a mi ama (parte V)

Todos permanecemos unos segundos quietos, como exhaustos, como sin saber qué hacer. Eliza sale de debajo de mí. Sus mejillas y su pelo aparecen manchados con mi semen. Busca su vestido en el suelo, y vuelve a ponérselo, sin limpiarse el semen en ningún momento.

V

Todos permanecemos unos segundos quietos, como exhaustos, como sin saber qué hacer. Eliza sale de debajo de mí. Sus mejillas y su pelo aparecen manchados con mi semen. Busca su vestido en el suelo, y vuelve a ponérselo, sin limpiarse el semen en ningún momento.

Marcus también se ha incorporado, y por vez primera lo escucho hablar. Con un acento gutural, pero en español, afirma:

-          Creo que a tu perro le ha gustado que le follen el culo. Se ha portado bien, lo tienes bien enseñado...

Sometido a mi ama (parte IV)

Durante largos minutos permanezco inmóvil esperando que regrese mi ama, en la misma postura en que me ha dejado, mirando de frente a la puerta. Finalmente se abre, y entra en la habitación, junto a una pareja. - Aquí está. Os presento a mi perro. Realmente lo parezco. Situado a cuatro patas, en silencio, esperando su llegada. Solo me falta sacar la lengua y respirar como un perro.

IV

Durante largos minutos permanezco inmóvil esperando que regrese mi ama, en la misma postura en que me ha dejado, mirando de frente a la puerta.

Finalmente se abre, y entra en la habitación, junto a una pareja.

-          Aquí está. Os presento a mi perro.

Realmente lo parezco. Situado a cuatro patas, en silencio, esperando su llegada. Solo me falta sacar la lengua y respirar como un perro.

En ningún momento habíamos hablado de la participación de terceras personas. Y además...

Sometido a mi ama (Parte III)

Esta es una historia de anormalidades. Cabría preguntarse si ser normal es deseable o satisfactorio si lo que realmente nos importa es ser felices. Pero no es el momento ahora de pensar en ello. Sé, eso sí, que no es convencional verse encerrado en la habitación de una mujer a la que apenas conozco, como si de la mazmorra de un cuento medieval se tratase. Tampoco lo fue nuestro primer encuentro en su despacho, y menos aún el siguiente encuentro, dos días después

III

Esta es una historia de anormalidades. Cabría preguntarse si ser normal es deseable o satisfactorio si lo que realmente nos importa es ser felices. Pero no es el momento ahora de pensar en ello. Sé, eso sí, que no es convencional verse encerrado en la habitación de una mujer a la que apenas conozco, como si de la mazmorra de un cuento medieval se tratase. Tampoco lo fue nuestro primer encuentro en su despacho, y menos aún el siguiente encuentro, dos días después…

Me citó en un restaurante de...

Sometido a mi ama (parte II)

Nuestro primer encuentro fue en el lugar donde ella trabaja. Ya habíamos hablado antes por internet y teléfono, y ese día me citó en su empresa. A las 9.00 debía preguntar por ella en la recepción, como si fuese un cliente. Me indicaron cuál era su despacho. Subí.

II

Nuestro primer encuentro fue en el lugar donde ella trabaja. Ya habíamos hablado antes por internet y teléfono, y ese día me citó en su empresa. A las 9.00 debía preguntar por ella en la recepción, como si fuese un cliente. Me indicaron cuál era su despacho. Subí.

Llamé a su puerta y tras escuchar “adelante”, pasé y la cerré tras de mí. Ella se levantó y vino hacía donde yo estaba. Me quedé parado sin saber que haría, pero simplemente se dirigió a la puerta para echar el pestillo. Me llamó la...

Sometido a mi ama

Estoy completamente desnudo, a cuatro patas, como un perro. Como única prenda, una máscara de cuero negro cubre mi cabeza. La máscara solo tiene abertura para la boca. No veo nada. Tampoco puedo respirar por la nariz, por lo que debo hacerlo por la boca, de modo que la respiración se convierte en un sonoro y constante jadeo. E igualmente no escucho. Me han colocado unos auriculares inalámbricos en los oídos, y de manera incesante suena música.

I

Estoy completamente desnudo, a cuatro patas, como un perro. Como única prenda, una máscara de cuero negro cubre mi cabeza. La máscara solo tiene abertura para la boca. No veo nada. Tampoco puedo respirar por la nariz, por lo que debo hacerlo por la boca, de modo que la respiración se convierte en un sonoro y constante jadeo. E igualmente no escucho. Me han colocado unos auriculares inalámbricos en los oídos, y de manera incesante suena música. En ocasiones rock, en ocasiones clásica, en ocasiones so...