Nada real
el título lo dice casi todo.
Bien, la decisión que tomé fue que lo menos malo sería en el muslo derecho, ella aceptó el mensaje, pero no de un modo pasivo, es más, el pasivo era yo; comenzó por decirme que para que no escapara me iba a atar, y lo hizo, me ató las manos a la espalda y, a continuación una cuerda a mi cuello y otra a mis pelotas. Pegó un pequeño, eso dijo ella cuando me quejé, tirón de la última y así, con mis pelotas estiradas, me obligó a seguirla.
Cogió un recipiente de color blanco que llevaba adosado un ca...