No hay tiempo para vivirlo
yo estaba sentado mirandote solamente, tu cabello rubio como el sol, tus ojos azules como el mar, tus labios se movían a mil por hora mientras discutías con alguien que no me interesaba quien demonios fuera.
Hablabas por teléfono, yo estaba sentado mirandote solamente, tu cabello rubio como el sol, tus ojos azules como el mar, tus labios se movían a mil por hora mientras discutías con alguien que no me interesaba quien demonios fuera. Mi vista fue hacia abajo, pude reconocer la marca de tu ajustada blusa pues la he visto en esas tiendas departamentales ajustada a un maniquí, pero casi puedo asegurar que ni la perfección plástica de una mujer fabricada le hacía ver tan sensual como tu propio cuerpo. Pero n...