Hans (II)
Nuestra protagonista está aceptando plenamente su papel de esclava, consentida por su marido en ello. Acude a ver a su Amo que le inflinge un pequeño castigo y le da instrucciones para cómo comportarse y aderezarse...
Al día siguiente me levanté, me duché y busqué en el armario algo llamativo. Me puse una faldita muy corta, de vuelo, y una camiseta de tela ibicenca negra, con un gran escote que marcaba un montón mis tetas. Me miré al espejo y consideré muy atrevido ir así por la calle por lo que, al salir de casa, cogí un taxi hasta la dirección que me indicó Hans. Era un edificio de oficinas. Llegué al piso, llamé y me abrió una señora que me hizo pasar.
- Un momento, que ahora aviso al señor Hans - me dijo.
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