Cómo pasé a ser un cabrón con suerte
Antes era el tío más corriente y moliente que pudierais imaginar. No destacaba por nada, hasta que algo pasó. Ahora, incluso mi jefe sabe quién soy. Una noche, hasta me hizo un regalito...
La verdad es que soy un tipo bastante anodino. Mi pelo es castaño, mi piel es cetrina, mis rasgos no son nada del otro mundo: mi nariz es un poco gordita, mis labios son de un tamaño normal, mis ojos son del marrón más común e incluso la poca barba que tengo es de lo más corriente. Mi cuerpo es un reflejo de mi vida sedentaria y de mi escaso tiempo para comer, pues soy delgado pero sin músculo.
Mi vida es una mierda. O lo era hasta que conocí a una misteriosa mujer en una noche de verano… pero eso ven...