Los riesgos insospechados de la ambición (10)
Claudia se entrega al vagabundo, después de ser vejada por un jovenzuelo
4
Y seguían golpeando la puerta mientras ella no podía apartar la mirada de aquel instrumento vigoroso y cruel. Cruel con ella, porque se ofrecía a su mirada pero no le permitía ninguna exploración.
- Tendrás que abrir tú, yo estoy en pelotas.
- Pero… dame la camisa por lo menos… (ya no se negaba, ya no podía negarse)…
- Es una puta. No se va a escandalizar si te ve en bragas. Abre.
- Pero… si no lo es… (su escasa resistencia decaía)
...