Los riesgos insospechados de la ambición (10)

Claudia se entrega al vagabundo, después de ser vejada por un jovenzuelo

4

Y seguían golpeando la puerta mientras ella no podía apartar la mirada de aquel instrumento vigoroso y cruel.  Cruel con ella, porque se ofrecía a su mirada pero no le permitía ninguna exploración.

-          Tendrás que abrir tú, yo estoy en pelotas.

-          Pero… dame la camisa por lo menos… (ya no se negaba, ya no podía negarse)…

-          Es una puta.  No se va a escandalizar si te ve en bragas. Abre.

-          Pero… si no lo es… (su escasa resistencia decaía)

...

Los riesgos insospechados de la ambición (9)

Claudia, la clienta, se enfrenta al vagabundo en la pensión

3

No se sentía preparada, no sabía lo que iba a decir, no sabía cuál sería su reacción. ¿Se desplomaría llorando? ¿Suplicaría? ¿O cumpliría con el trabajo que él esperaba, en aquella pensión?  No lo podía saber mientras esperaba durante unos segundos interminables que se abriera aquella puerta, segundos que se prolongaban en una agonía desesperante que le hizo pensar que quizá la bruja de la recepción le había engañado.  Pero aunque la puerta no se abrió, oyó una voz que reconoció al instante, una voz...

Los riesgos insospechados de la ambición (7)

Marta recibe una clienta que también se sometió a un desalmado

La nueva clienta de Marta

1

Recuperada su libertad, sintió con verdadero vértigo la rapidez con la que se sucedían los acontecimientos que la estaban hundiendo sin remisión.  Aquella mañana se había citado con el delincuente a las nueve, en el Parque, que le sobó los pechos en público; se había visto obligada a realizarle una felación a un desconocido a las diez, para que aceptara darle dinero a cambio de droga; a la una había entregado el dinero de la droga al delincuente, todo un hito, que le...

Los riesgos insospechados de la ambición (8)

La cliente de Marta le cuenta cómo se vio obligada a perder su dignidad

La nueva clienta de Marta

2

La historia que le contó a continuación le resultó increíblemente familiar, aunque quizá todavía más terrible que la suya.  Una buena mañana del mes de abril, un mes y medio después de que rompiera la carta, cuando seguía convaleciente de esa ruptura traumática con Clara, a la que además, había vuelto a ver ocasionalmente, de forma más distante, pero al menos sin verse rechazada,  Celia salió de su casa para iniciar su habitual ruta diaria,  que pasaba inexorablemente...

Los riesgos insospechados de la ambición (6)

Marta se entrega por segunda vez al joven desconocido

Los riesgos insospechados de la ambición (6)

6

Pasados unos interminables minutos, que no hicieron sino aumentar su confusión por lo sucedido, sus peores temores se confirmaron, porque aquel jovenzuelo por muy inexperto que fuera no era precisamente tonto, y para su desgracia, tenía experiencia con fulanas, aunque sabía que no era ni siquiera necesario tenerla para llegar a una inevitable conclusión.

-          ¡Joder, qué pasada! ¡Qué ganas tenía de correrme!

Se había vuelto a le...

Los riesgos insospechados de la ambición (5)

Marta se entrega por primera vez al joven desconocido

Los riesgos insospechados de la ambición (5)

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Escuchó un portazo al abrirse la puerta del almacén, lo cual sólo podía indicar que Crispín se dirigía hacia ella hecho una furia.  Giró la cabeza para verlo aparecer, y desde luego no tuvo duda de su estado de ánimo cuando lo vio, ni tiempo para levantarse antes de que él cogiera la silla con su fuerza habitual y prácticamente la despidiese lanzada hacia las sillas que tenía enfrente, pudiendo a duras penas evitar caerse agarrándose a ellas con...

Los riesgos insospechados de la ambición (4)

Marta tiene que comportarse como una fulana, y aparece otro hombre en escena, para su sorpresa

Los riesgos insospechados de la ambición (4)

4

-

Vaya, te has puesto cómoda, me alegro. ¿Has pensado ya en decirme la verdad?

-

Sí… pero será mejor que no le cuentes nada de esto a nadie, porque nos matarían a los dos (de repente sintió que su única oportunidad era contar aquella maldita historia, y que convenía contarla en su maldito lenguaje, que tantas veces había escuchado en las películas de gánsteres, a las que era muy aficionada). Yo… yo soy una de las amantes de…....

Los riesgos insospechados de la ambición (3)

Marta tiene que soportar que la traten como a una fulana, y termina agradecida de que la traten así

Los riesgos insospechados de la ambición (3)

3

Sus ojos escudriñaban el suelo mientras se acercaba hacia su meta, y sólo se detuvo cuando vio aquellos enormes zapatos de deporte blancos, de suela gruesa, y unos calcetines que se adivinaban también gruesos, aunque unos pantalones vaqueros bastante raídos apenas dejaban ver más que su color. Arrodillarse fue ya un acto heroico, y ante ella apareció su objetivo, aquello que se escondía tras la cremallera de botones y un férreo calzoncillo, pero...

Los riesgos insospechados de la ambición (2)

Marta se ve obligada a hacerle una felación a un desconocido en un bar inmersa en una situación arriesgada e insólita

Los riesgos insospechados de la ambición (2)

2

El Parque donde le había citado no era como aquel otro en el que tuvo su primer y luctuoso encuentro.  No era un Parque de barrio medio abandonado, era uno de los más conocidos de la ciudad, uno de los más concurridos y cuidados.  A esa hora tan temprana estaría recién abierto, y medio vacío, pero no era un lugar propio para los drogadictos ni para los ladronzuelos, porque tenía vigilancia, y personal de mantenimiento que diariamente lo cuidaba.  Se...

Los riesgos insospechados de la ambición

Marta se deja chantajear por preservar su posición social y, sin apenas darse cuenta, se ve sometida a nuevos chantajes que apenas puede controlar, en una sucesión de coincidencias que la dejan al borde del abismo

Los riesgos insospechados de la ambición (1)

1

No había pasado ni una semana desde que tuvo que entregarse por completo a su vecino, cuando irrumpió en su despachó un personaje que enseguida consiguió aterrorizarla, obligándola a levantarse como un resorte de su asiento, sin poder disimular ni el pánico ni el asombro.  Detrás del personaje apareció la secretaria, toda azorada porque el personaje la había empujado sin decir ni una palabra, y se había dirigido con decisión a la puerta del despacho...