Los riesgos insospechados de la ambición (20)

Marta se ve obligada a someterse también a su cliente, pero con sorpresa añadida e inesperada

Carlos

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Y a cuatro patas, al lado de la mesa de reuniones, y también de la mesa de Roberto, esperó instrucciones. Y llegaron.

-       Vaya, Marta, de verdad que no me esperaba que te masturbases en pelotas delante de mí, cada vez que vea ese vídeo me pondré a cien, vaya calentura que tenías. Pero bueno, ya nos queda poco, por desgracia, tenemos que preparar la reunión.  Verás, te adelanto que no quiero que te limpies, quiero que te vistas en cuanto demos el paseíto.

Le pareció incre...

Los riesgos insospechados de la ambición (19)

Marta se entrega también a su compañero Roberto, que la somete sin contemplaciones, aprovechándose de la oportunidad que le había ofrecido sin querer la propia Marta

Roberto

1

Después de irse el portero ella permaneció desnuda apoyada en la mesa de su secretaria, todavía sin poder creerse lo que había ocurrido en su despacho. Y no la podía humillar más tener que reconocer que nunca había disfrutado tanto con un hombre, como había disfrutado con el portero, allí mismo, o en su mesa, o en aquel patio. Nunca.

Desde luego no se deshizo en llantos, no se sintió hundida, había trabajado muy duro en su vida para llegar a su posición, tan anhelada prácticament...

Los riesgos insospechados de la ambición (18)

Marta se enfrenta de nuevo al Portero, ahora en su propio despacho, sabiendo que todavía tendrá que enfrentarse a su compañero

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Una vez que se fue Roberto no se demoró en avisar al portero, que de todas formas estaría pendiente de verlo salir. Y en cuanto sonó el timbre de la puerta la abrió, tal como él quería, con la ropa interior que le había ordenado comprar, mostrándole con toda claridad que estaba a su disposición, que seguía dispuesta a cumplir con su parte del trato.  Y le agradó que empezara con una disculpa, en lugar de abalanzarse sobre ella.

-          Marta, como comprenderás no tenía ni idea de que habí...

Los riesgos insospechados de la ambición (17)

El origen de la degradación de Marta. Después de entregarse al portero, otro hombre consigue chantajearla.

7

-

Vaya, Marta, me la has chupado de miedo, y desde luego estabas más caliente que yo, que ya es decir. ¿O me lo vas a negar?

-

No, me pusiste a cien allí dentro, es la verdad. Y ya te dije que te dejaría satisfecho, ¿o me vas a negar tú que no ha sido un buen polvo, y una buena mamada? (tenía ya muy claro que era suya, que le convenía tenerlo siempre contento, y era fácil imaginar cómo contentarlo).

-

¿Y de verdad crees que serás capaz de hacer todo lo...

Los riesgos insospechados de la ambición (16)

El origen de la degradación de Marta. Por fin, se entrega al portero, pero no dónde hubiera imaginado.

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Ella respiró aliviada cuando se dirigieron por fin hacia el despacho, pero le duró poco la alegría, pues de nuevo el portero la detuvo cuando estaban ya en una calle próxima, concurrida, una calle peatonal plagada de comercios, de bares, pensiones, e incluso un par de hoteles; una calle en la que era fácil que pudiera encontrarse con conocidos.

-          Espera, no sigamos por aquí.  Todavía tenemos que hacer algo que me has prometido, ya sabes, y por aquí no creo que encontremos un sitio ade...

Los riesgos insospechados de la ambición (15)

El origen de la degradación de Marta. El portero la humilla en la calle

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Salieron a la calle, y enseguida descubrió que el portero no pensaba todavía en regresar al despacho, pues se fue en la dirección contraria. Desesperada, lo detuvo enseguida, pues no se veía capaz de aguantar más humillación en público, y se temió que eso era precisamente lo que pretendía.

-          Pedro, ¿a dónde me llevas ahora? Por aquí no se va al despacho.

-          ¿Y quién te ha dicho que vamos al despacho? Ya sé que estás deseando follar conmigo, pero de momento tendrás que ag...

Los riesgos insospechados de la ambición (12)

El origen de la degradación de Marta

El origen de la degradación de Marta

1

Después de marcharse Claudia de su despacho, ella no pudo dejar de advertir que había sido una presa fácil para todos los que no dudaron de aprovecharse de su comprometida situación, y no pudo evitar recordar su propia historia, en la que sucedían los que se habían aprovechada de ella sin compasión. Y todo se originó en el preciso momento en que había alcanzado la cima del éxito, aunque nunca pudo imaginarse que tras alcanzarla, caería en picado, y en solo...

Los riesgos insospechados de la ambición (13)

El origen de la degradación de Marta

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Si bien normalmente llegaba siempre sobre las diez de la mañana (una de las impagables ventajas de no depender de nadie, de ser su propia jefa), no le pudo resultar más humillante tener que mirar el reloj para entrar en el portal justo en esa hora, y justo con la ropa que él le había ordenado ponerse. Nunca nadie le había dado ninguna orden en su vida de adulta, y ahora se encontraba delante del portal, mirando el reloj, sin sostén, con una falda corta, una camisa blanca, un traje sastre, nerviosa p...

Los riesgos insospechados de la ambición (14)

El origen del desastre de Marta

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El portero no estaba en su sitio, así que se introdujo en su cubículo para llamar a su puerta, pues él tenía allí una habitación, pero nadie contestó.  Aterrada salió a la calle, lo vio a lo lejos y no dudó en correr hasta alcanzarlo, cogiéndole del brazo para detener su marcha. La calle atravesaba una gran plaza, donde se encontraba el monumental edifico del Ayuntamiento, pero una vez atravesada la plaza, se convertía en una estrecha calle rodeada de edificios bajos, calle atravesada por otras tamb...

Los riesgos insospechados de la ambición (11)

Claudia se entrega al jovenzuelo por dinero

4

Fue humillante soportar la mirada despreciativa del dueño de aquella pensión tan bien cuidada, que la miró de arriba abajo cuando pasó delante de la recepción para salir a la calle.  Y en la calle no pudo dejar de mirar la puerta con múltiples carteles en cuyo interior se encontraría ese otro joven desvergonzado que se había aprovechado de su situación apurada.  Y ahora ella se encontraba en un lugar que no conocía de la ciudad, un barrio más bien modesto, a muchos kilómetros de su casa, sin dinero,...