El dealer

Se sacó el corpiño y se estrujó las tetas para él. Acto seguido, se dió media vuelta y agachándose sobre la mesita, se bajó despacio la bombacha, luciéndole la concha depilada y sobre todo el culazo que la honra.

- No nos queda maría ni para un triste porro.

- Fumamos mucho anoche. Estamos a final de mes, no tenemos plata para más.

- Venga, algo tendremos suelto.

- No. No voy a pasar hambre para que te infles a porros. Siempre podemos chupársela uno de los dos, ¿a cuál creés que preferiría? – le pregunté con sorna.

Se fue dando un portazo. Empezaba a preocuparme, estaba fumando demasiado. Lo que empezó como una broma, se estaba convirtiendo en un problema. Naturalmente el día lo pasó m...