Historias de Zoe, una pequeña zorrita. (2)

Segunda fase de las aventuras de Zoe.

Me acerqué sigilosa al dormitorio y empujé suavemente la puerta con un dedito. Dentro tan sólo la luz de la calle, que entraba por la ventana, iluminaba el cuarto y la cama donde descansaba, dormido, mi tío.

El corazón se me iba a salir por la boca, me iba a mil por hora, me temblaban las rodillas pensando en lo que me proponía hacer, y esto también me endurecía los pezones, que pese a mi edad y no tener mucho pecho, eran grandes y muy sensitivos. Los notaba rozar mi camisón y a mi chochito mojado pul...

El Agujero

A veces la curiosidad no mata al gato...se lo folla.

La moneda rodó y rodó, hasta llegar a un lugar recóndito del garaje, la pared más alejada de donde me encontraba para ser fiel a la ley de Murphy; una pared llena de agujeros, desconchones, y en cuyos bajos se acumulaban los detritos de una obra jamás terminada. Renuente y maldiciendo por lo bajinis, me fui tras ella, pues dos euros son dos euros.

Al agacharme para recogerla, a través de un agujero que quedó a la altura de mi ojo, ví que salía luz desde del otro lado de la pared y la curiosidad hizo q...

La Vida Bucólica

Una aventura en el campo... por motivos de salud (ZOO-GAY)

Cuando me aconsejaron que, debido a mi cuadro de stress, debería ir pensando en tomar un descanso fuera de la ciudad, no me sentí muy feliz. No por nada, es que soy un urbanita y adicto a la tecnología… con lo que pensar en estar una temporada desconectado de mis redes sociales no me apetecía demasiado.

Al final, tras un nuevo arrechucho, no tuve más remedio que aceptar el consejo y un amigo me buscó una casa en el campo con sus caballos, vaquitas, y toda la parafernalia campestre en el paquete.

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