Bebiéndonos

Unos cristales rotos disparan recuerdos de una tarde de hotel.

El ruido de los cristales rotos me llegó lejano, como si hubiera ocurrido en otra habitación, en otro tiempo...

Sin embargo la sangre estaba en mis manos y los cristales rotos en el suelo, así que debía suceder en el presente.

No sentía dolor, no sentía nada, de hecho...ni siquiera sorpresa.

Me lamí la mano izquierda. Salada, claro. La sangre siempre sabe salada. Ni que fuera la primera vez que la probaba.

Rica, como siempre. Tenía sed. Lamí más. Pero no había la suficiente, no t...