Una noche de Julio.
Una noche de Julio, una clienta frustrada y unas cuantas copas.
Trabajo desde hace dos años en una cafetería de mi barrio, en la que los clientes normalmente son gente conocida.
Una de las clientes habituales es Diana, una señora de 48 años, divorciada, de media melena de 1,75 cm de altura, pechos abultados y caderas anchas. Viste apretada y en verano luce escote y piernas.
Este pasado Julio, vino una tarde noche al bar, normalmente suele ser clienta por las mañanas, y pidió un gin tonic. Me sorprendió porque suele tomar café.
Vestía una camiseta de ti...