Un encuentro diferente

Dos conocidos a través de la red quieren realizar su fantasía: masturbarse frente afrente, solamente ver el placer del otro y el de mostrarse en ese acto íntimo.

No nos conocíamos de nada, sólo habíamos intercambiado un par de mails donde nos habíamos confesado alguna que otra fantasía erótica. Tanto ella como yo estábamos casados y nuestras parejas respectivas no sabían nada de los mails que nos cruzábamos. Fue ella quien propuso que nos viésemos en un hotel del centro de la ciudad. Yo no me atrevía, de hecho a ella le costó mucho vencer sus creencias y encontrarse con un desconocido. Pero después de todo éramos dos adultos de casi cuarenta años que querían sentir...