De pareja a trio (II)
Las cosas se complican, y aprendemos algo de sumisión.
Después de nuestra comunión conjunta con el sexo, era bastante frecuente que mi cuñada Carmen se quedase a dormir con nosotros. Esto se empezó a repetir con bastante frecuencia y como no podía deshacerme del despacho optamos por comprar una cama de 2 m de ancho, así podíamos dormir sin molestarnos, y si queríamos guerra, estabamos siempre los tres juntos y no hacíamos de menos a ninguno. Vamos que tenía mi pequeño harén.
Todo iba estupendo. Nadie sospechaba de nuestra otra vida en común.
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