Mecánicas celestes (5). La paradoja del infinito

Un capítulo de descubrimientos

Me resulta complicado explicarles qué hago agazapado como un imbécil en la oscuridad, escondido detrás de un montón de cuadros, lienzos y bastidores, mientras espero que ocurra algo que no puedo ni aún ahora pronunciar. Les prometo que estoy quizás más nervioso de lo que he estado en mi vida, sofocado por el polvo y la angustia, intentando no hacer no el menor ruido ni el más imperceptible movimiento que delate mi presencia, manteniendo los ojos bien cerrados, los oídos bien abiertos, y para mi desgracia co...

Mecánicas celestes (4). El reloj de arena

Descubro poco a poco el mundo de Miriam

-Hombre, Martín, no me puedes hacer esto…

Lo dije en broma solo a medias, porque honestamente me fastidiaba muchísimo que mi gestor hubiese decidido jubilarse, justo cuando estaba a punto de emprender una inversión como la que había decidido. Este hombre llevaba quince años llevando las cuentas de la tienda, encargándose del papeleo, gestionando nóminas, impuestos, permisos, licencias, sin un error, sin un fallo, sin un pero, y había terminado por considerarle mi seguro de vida, mi consejero. Porque s...

Mecánicas celestes (3). El sendero del sol

Míriam me visita en Zaragoza.

*UNA ACLARACIÓN: Lamento de verdad haber dejado esta serie colgada tanto tiempo, y haber decepcionado en cierta medida a los lectores. No quisiera poner ninguna excusa, salvo que otros asuntos y circunstancias me han tenido alejado de estos relatos durante estos meses. Ahora, con su permiso, voy a retomarla. Espero con toda sinceridad que me perdonen, y sigan leyendo los cuentos de este pobre escribidor. Muchas gracias, y como siempre, cualquier comentario, pregunta o sugerencia, aquí o en el correo electró...

Mecánicas celestes (2). El peso del silencio

Segundo capítulo de la saga.

La fiesta al otro lado de la puerta no se detuvo, pero por lo que a mí respecta podría haber estado ocurriendo en otro maldito planeta.

Me estorbaba el mundo. Me estorbaba todo ese conglomerado sudoroso de semidesconocidos, ese confuso estofado de rostros, nombres y cuerpos que hasta hace cinco minutos me importaban una higa, y ahora mismo directamente me ofendían hasta lo indecible. Me estorbaba la música estridente, la comida ya fría, el ruido de bailes y risas, la luz invasiva, las palabras inoport...

Mecánicas celestes (1). El destino del alfil

Capítulo introductorio, de presentación del los personajes.

Siempre me ha parecido que el destino más ingrato, entre todas las piezas del ajedrez, le ha tocado al desdichado alfil.

El alfil, el obispo, es la única pieza condenada a no pisar jamás la mitad de su mundo de sesenta y cuatro escaques. El caballo, con sus saltos tortuosos, la torre y sus vertiginosas evoluciones, la versátil y ubicua reina, el despacioso pero escurridizo rey… todos ellos capaces de conocer las cuatro esquinas del tablero. Todos, salvo el pobre alfil, tan capaz de atravesar de lado s...

BPN. Ojos verdes (y 12). Perspectiva

El final, en cierto modo, de mi aventura con madre e hija.

Estoy seguro de que piensan que tenía mucho por lo que sentirme agradecido.

Visto desde fuera, contemplado como si fuese una película o un relato erótico, admito que tienen toda la razón. Es comprensible. Vaya tipo con suerte, sí. Desde cierto punto de vista, así era, no les voy a engañar. Estaba involucrado en una relación a tres bandas con una madre y una hija de razonable buen ver, amén de tener una especie de affaire con una adolescente casi se diría que esperando en la recámara. Y es bien cierto...

BPN. Ojos verdes (11). Una madre y una hija

Por fin consigo lo que quería...

-Dios mío…

No fue un grito. Ni siquiera una exclamación. Las palabras de Laura fueron una especie de suspiro entre anonadado e indignado, un exabrupto amortiguado por la sorpresa, casi una petición de auxilio. Forcejeó contra mi presa en sus muñecas, sin éxito, y retorció y trató de cerrar las piernas que Helena abrazaba, tratando de impedir que la boca de su hija volviese a perderse en su coño.

-¡Suéltame! ¡C***! ¡Te digo que me sueltes! – se agitaba de lado a lado, como una portilla rebelde, y...

BPN. Ojos verdes (10). Tentando a la suerte

Un trío... O dos...

La suerte, o el azar, es la forma en que definimos la concatenación a veces caótica de causas que nos llevan a un acontecimiento, pero cuya mecánica desconocemos y por lo tanto asumimos que escapan a nuestro control. Por ejemplo, nadie diría que si suelto un vaso en el aire y este se rompe al chocar contra el suelo, éste se ha hecho añicos por mala suerte. Pero en cambio sí que llamamos buena suerte al aluvión de circunstancias que, como una piedra echada a rodar desde la cima de una montaña, causan una ser...

BPN. Ojos verdes (9). Tres es la pareja perfecta

Conozco a Mónica, en más de un sentido.

-Hola, C***… ¿Te importa si hablamos un momento?

Es un fenómeno de lo más peculiar, el remordimiento. En mi caso, por poner un ejemplo cercano, es capaz de teñir de amargura incluso la experiencia más dichosa. Y lo sé, pero ignoro por qué extraño arte de birlibirloque, la culpabilidad futura jamás consigue disuadirme del hedonismo presente. Porque da igual lo mucho que sepa, que me diga a mi mismo, soy incapaz de reflexionar con un mínimo de introspección y recular, echar el freno, no actuar impulsiva...

BPN. Ojos verdes (8). Todo tiene su precio

La madre y la hija...

¿Han probado a pescar, alguna vez?

Mi padre era un pescador empedernido, un gran aficionado, y trató de inculcarme muchas veces su pasión por esa actividad, sin éxito. Solía decir que las virtudes que distinguían a un buen pescador eran las mismas que distinguían a una buena persona. Paciencia, constancia, discreción y astucia.

Claro que no era más que retórica vacía, pero me hacía gracia que se pusiese tan filosófico, hablando sobre cañas y anzuelos y plomos y cebos.

El caso es que en alg...