Mi vecina madura
Desde niño me obsesione por una joven vecina, que de grande pude convencerla de hacerlo conmigo.
Apenas contaba con ocho años, cuando un vecino fue por mí para que lo acompañara a un lugar desde el cual se podía espiar a Gisela (nombre falso) con toda comodidad.
-Vamos, se le mira toda la panocha –dijo en tono de burla.
A pesar de nuestra edad, no teníamos mucho respeto por las mujeres, y desesperados, buscábamos a como fuera posible verles la entrepierna. Eso lo habíamos aprendido de nuestros padres, quienes siempre nos inculcaron ver a la mujer como el objeto del deseo, a las que les gust...