La luz del fuego 18

El final

Un par de meses luego estábamos sentadas a la misma mesa en una reunión con otros profesores, porque Mariana había decidido seguir con el máster y costeárselo trabajando con Giulia Rossi. Eso no impedía que pasáramos las reuniones mirándonos como un niño mira un caramelo, y esta vez no era distinta. Claro, así no lograba concentrarme en lo que se decía, más cuando tenía que esforzarme el triple para entender y hablar en italiano. Cuando Rossi dio por terminada la reunión y mientras todos recogían, oí la voz...

La luz del fuego 17

Trataba de mirar la calle y serenarme, sorprendida de que mi hartazgo estuviera funcionando, al final lo que hacía reaccionar a Mariana era que yo pasara de su culo.

La vuelta a Milán fue efectivamente una vuelta a la realidad. Renata había decidido marcharse solo un par de días después, pues tenía que organizarse para salir de Viena a la siguiente parte de su doctorado en Berna. Pasaría algún tiempo antes de volvernos a ver y la perspectiva de encontrarme de nuevo sola en esa ciudad desconocida a la que había ido a parar por mi propia impulsividad no me sentó bien. Pasé el primer día después de la vuelta leyendo sin casi levantarme del sofá y tuve problemas para dormir...

La luz del fuego 16

Pensé que estaba cansada de tener el corazón en la mano, esperando que Mariana me quisiera y por eso Renata me reconfortaba.

Esos últimos días hasta las vacaciones de verano fueron terribles, pues había dejado la pelota en la cancha de Mariana y aparte tenía que ver a Rossi en cada reunión y por los pasillos. Vi a Mariana un par de veces  por la Facultad mientras pagaba el resguardo de su título y visitaba la oficina de aquella maldita bruja. No sabía que era capaz de guardar tantos celos en el pecho, nunca había sido celosa y me sorprendían ciertos pensamientos que me había pescado teniendo respecto a ellas.

Finalmente ter...

La luz del fuego 15

Ahí estaba otra vez esa tensión, en parte sexual, en parte pura incomodidad, de mirarnos después de tantas cosas. Como si cada momento que pasaba fuera un trámite para llegar a lo que de verdad nos había traído allí.

Mientras ponía el café me iba haciendo a la idea de tener a Mariana en el salón de mi casa. No me lo podía creer del todo y en parte no quería sentarme con ella como si nada, el sentido de irrealidad me protegía de las emociones encontradas: la amaba, me moría de celos y tenía miedo, todo junto, batido y servido frío.

-       Me imaginaba tu casa como tu despacho, un lío de libros y papeles – dijo tan pronto me senté en una silla frente a ella, que ocupaba el sofá. Los cafés se refrescaban en la mesil...

La luz del fuego 14

Había olvidado el efecto de la cercanía de Mariana Salvador sobre mi trabajo. No me podía concentrar, no podía pensar con claridad. Las reuniones me pillaban ausente y pasaba mucho tiempo tamborileando los dedos contra el escritorio pensando circularmente en ella.

El primer día en la nueva universidad me presenté donde Mantovani, quien me dio la bienvenida, me mostró el nuevo despacho y me dejó el plan de estudios de los másteres en los que llevaría alguna cátedra, prometiéndome una reunión en la tarde para explicarme la facultad y presentarme algunas personas. Me dijo, eso sí, que estaría en el área de Estéticas modernas, a cargo de una doctora Giulia Rossi.

Estuve leyendo los materiales hasta que una mujer joven, tal vez un poco mayor que yo pero mucho más al...

La luz del fuego 13

Vale, no era Mariana, pero la atracción eléctrica entre nosotras era innegable y ya estaba bien de castigarme por todo, así que apagué mi parte racional y me entregué a la sensación cálida de su cuerpo moviéndose sobre el mío en ese sofá.

Las noches de verano son muy frías cuando se pasan a solas con las dudas. Tenía que tomar una decisión respecto a la oferta de Mantovani pensando solo en mí; por lo que no venía mal consultar con mis amigos y darle una llamada a mi padre al respecto. Para todos era claro que la oferta era excelente, nadie entendía por qué estaba dudando; mi padre me recordó que de no funcionar podría volver a casa sin mayor problema, pero en vez de tranquilizarme me hizo sentir como un crio a punto de dar un traspié. Por úl...

La luz del fuego 12

Pasó exactamente lo que pensé que pasaría, nos miramos y el tiempo se acabó. Sin vacilar le acomodé el pelo detrás de la oreja y le sostuve la mirada mientras veía pasar por sus ojos la duda, la mirada suave y nuevamente la rabia.

A pesar de que mis planes habían salido mal no me sentía abatida, afortunadamente se acercaba el verano y no me costaría tanto convencer a mi supervisor de dejarme hacer trabajo de campo en Italia durante el verano y tal vez unas semanas más. Eso me dejaba con un poco más de tres meses para estar cerca de Mariana. El asunto es que la cercanía física no era suficiente: dos personas pueden vivir en una ciudad todos los días y jamás encontrarse, y ya sabía que no me iba a responder correos, así que seguramente...

La luz del fuego 11

Parece que Mariana ya no tiene espacio en su vida para Carolina...

Intenté salir del metro pero la gente que entraba me tiraba hacia adentro al mismo tiempo que Mariana desaparecía de la plataforma. Cuando entendí que era inútil dejé de luchar y me bajé en la siguiente parada para tomar un tren en la dirección contraria. Esos quince minutos tuve el corazón en la boca, pues aunque había elaborado todo un plan para dar con ella, no había pensado qué pasaría cuando la tuviera en frente. Esperando ese nuevo tren comencé a dudar y a sentirme absurda, pues imaginaba la escena qu...

La luz del fuego 10

Cada día me decía que debía dejarme de tonterías y hacer alguna movida para mostrarle a Renata que me gustaba, pues no quería que se enfriara la evidente atracción que había entre nosotras.

Sé que me está tomando mucho tiempo publicar cada nueva actualización, pero ya estamos por terminar, espero poder subir nuevo capítulo muy pronto. Desde luego me gustaría saber si alguien aún lee esta serie.


Sabía que las cosas con Renata iban viento en popa, pues constantemente nos encontrábamos para esto o aquello. Se nos había hecho costumbre ir de la mano por la calle aunque no había pasado realmente nada, era un gesto que a ella le gustaba y a mi no me molestaba en lo absoluto. Cada d...

La luz del fuego 9

Al final de una historia solo hay otra... ¿cómo es la vida de Carolina después de Mariana?

Al comienzo de esta historia me regodeaba en una vida hecha, completa y tranquila, a mis 30 años había conseguido todo lo que quería. Bueno, casi todo, no había conseguido un amor que me abrasara el corazón, pero todo lo demás lo tenía en la bolsa. Después de esa última noche con Mariana mi vida dio un giro tan brusco que ya no podía recordar cuánto había luchado para haber llegado a conseguir eso que habría tirado a la basura en un segundo para que no se fuera.

Sobra decir que esa noche a penas dormi...