Adolescente curiosa III
Sandra cree ser más lista que Carlos, su profesor de filosofía, y acaba lamentándolo.
Eran las siete de la mañana, siempre me despertaba a esa hora para que me diese tiempo a darme una pequeña ducha y para poder escoger mi ropa con tranquilidad antes de ir a clase. Esa mañana al abrir los ojos me di cuenta de que nada había sido un sueño y que Carlos, mi profesor de filosofía, ahora era mi dueño, ya que yo había aceptado, volví a cerrar los ojos para tratar de asimilar todo aquello que era nuevo para mi.
Al rato sin saber cuánto tiempo había pasado, me giré hacia mi mesita de noche, d...