Más que números VIII
La veo y la enfoco: con su sonrisa, con su hermosa sonrisa; con su mirada, que se envuelve con la mía, que me atrapa y me hace dichosa. Porque me mira. Porque la miro. Porque me sonríe y todo es hermoso.
Llegamos a un bar que queda cerca de la U, nos sentamos en una mesa y pedimos una cerveza cada una.
-¿Y bien, qué tal estuvo su día? –le dije
-Diay, cansado, un poco. Pero, hasta el momento, ha sido un buen día. –me dijo sonriendo y mirándome de una manera que sentí explicativa a su “buen día”. Yo quise ser su “buen” en su día. -¿y qué tal las grandiosas clases de Medicina?- dijo, ahora más sonriente, riendo.
Yo reí también, con esa risa que trata de no ser muy escandalosa, ni muy al...