Volvernos a encontrar

El valor de encontrarse en una mirada.

Al llegar a casa me la encontré allí.

Tumbada en el sofá, como a ella le gusta, las piernas en el respaldo y tumbada boca arriba.

Cuando entré en el salón y la vi, pensé, es preciosa.

Ella no me escuchó, estaba leyendo y con la música puesta.

Me quedé mirándola unos minutos, la piel morena, aquellos culotes rosas, con lacito al lado y encaje, una camiseta de tirantes blanca; no llevaba sujetador, se intuían los pezones debajo de la tela.

Su busto era grande, y la gravedad hacía...