Rendido ante Silvia.
Cuando Silvia te mira profundamente con sus intensos ojos castaños, sólo tienes dos opciones: la primera es aceptar que estás bajo su influjo, que a partir de ese momento ya nada importa hasta que ella decida terminar lo que ha empezado; la segunda es huir como alma que lleva el diablo...
Cuando Silvia te mira profundamente con sus intensos ojos castaños, sólo tienes dos opciones: la primera es aceptar que estás bajo su influjo, que a partir de ese momento ya nada importa hasta que ella decida terminar lo que ha empezado; la segunda es huir como alma que lleva el diablo y arrepentirte para siempre de no haber estado al menos una vez a su merced. Silvia hacía del erotismo su forma de vida, y en ella cada uno de sus rasgos individuales eran su particular arma de seducción en aras de formar un...