De crucero con mi papá

Durante un viaje en familia, unos señores marineros me provocaron poco a poco hasta convertirme en su putita y así merendarme a placer.

Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo de calidad con mi papá. Íbamos al estadio, de shopping, al cine, hasta de paseo en la playa, donde, en las noches más oscuras donde destacaban infinidad de estrellas, nos dedicábamos a trazar constelaciones imaginarias.

Era extraño porque lo normal, pensaría uno, sería que él prefiriera pasar más tiempo con mi hermano porque de seguro entre hombres se entenderían mejor, pero nada de eso se aplicaba en mi caso. Claro que ahora, yo en la facultad y con novio, él co...

Empastada por el albañil

Mi papá contrató a un joven albañil, un auténtico ejemplar de macho de piel oscura como la noche, que terminó convirtiéndome en su putita en la caseta de mi jardín.

En temporadas de exámenes no hay mucho en qué pensar, me considero estudiante responsable ante todo, y tengo el lujo de contar con una amiga, que puede que le falten dos tornillos a lo sumo pero es la mejor ya que también prioriza la facultad antes que otra actividad. Así que se hacía usual que estudiáramos en mi casa; con música suave de fondo no había quien nos quitara de la concentración.

Digo que le faltan dos tornillos porque a veces se sale por donde uno menos se lo espera. Ella estaba al tanto...

Repasada por el pintor de papá

Mi papá contrató a un pintor para trabajar la casa, sin saber que el señor me daría varias repasadas también a mí, convirtiéndome en una putita embobada por su imponente brocha.

Todo comenzó cuando estaba estudiando para los exámenes finales de mi segundo año en la facultad. Mi papá contrató a don Jorge, un señor entrado en los cincuenta, conocido entre los vecinos por ser pintor y hacer trabajos en todo el barrio, amén de tener una actitud tosca. Y no es precisamente que sea un adonis ni nada similar… tampoco es que me importara ya que solo se trata del pintor.

Lo contrató para que repintara las paredes de nuestro jardín porque el invierno y la humedad habían hecho de las su...

De camping con mi suegro y sus amigos

Durante una acampada con la familia de mi novio, mi suegro y sus amigos me convirtieron en una putita exhibicionista adicta a sus maduros cuerpos.

Los padres de mi novio me habían invitado a una acampada en el Parque Nacional Santa Teresa, al este de Montevideo, un lugar de más de mil hectáreas de naturaleza, bordeado por playas hermosas. Era una actividad ideal y necesaria a todas luces; tocaba conocer más a su familia y desde luego que ellos me conocieran también. Christian y yo estábamos a punto de llegar a nuestro tercer año juntos y sentía que era tiempo de que conocieran otra faceta mía distinta a la que mostraba durante las cenas, cumpleaños y...

En la cala con mi hermano

En una apartada y especial cala, me convertí en la putita de mi hermano menor para dedicarle mi último adiós.

Soy una chica que odia los clichés. Desde corazones tallados en árboles hasta frases estilo: “Eres lo mejor que me ha pasado”. No puedo evitarlo. Y sobre todo odio la frase: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, porque eso era precisamente lo que estaba sintiendo en carne propia.  Aunque en mi caso sería mejor decir: “No sabes lo que tienes hasta que lo estás perdiendo, lenta y paulatinamente”.

Desde hacía más de seis meses sabía que mi hermano menor, Sebastián, dejaría Uruguay para seguir su...

La putita del cerrajero

Era el madurito más deseado del barrio, y lo quería a mi merced. Pero terminé siendo su putita, sometida, llorando y rogando clemencia.

Era un caluroso domingo de verano, muy temprano, cuando abrí la puerta de mi casa pues tocaron el timbre. Era don Augusto; un conocido cerrajero que vive a tres cuadras, con un parecido increíble a Sean Connery, cosa que me vuelve loca. No era alto pero sí fornido. Camisa a cuadros, vaqueros. Suspiré cuando lo vi. Tiene cierta fama en el barrio; muchas señoras están loquitas por él y con razón.

—Buen día, señor Augusto.

—Buen día, Rocío. Tu papá me ha llamado para que arregle una puerta que da a...

Transformando a mi novio y mi hermano en putitas

De cómo convertí a dos hombres de bien en putitas sumisas y hambrientas de pollas, deseosas de complacer a sus machos. ¡La reina del baile lista para atacar!

Mis tíos nos invitaron a mí y mi novio a un fin de semana en su casa de playa, al sur de Uruguay, en el departamento de Rocha más precisamente hablando. Escapada de otoño en la playa “La Viuda”, poca gente, no lo pensamos mucho. De hecho hice lo posible para arrastrar conmigo a mi hermano Sebastián, quien definitivamente se merecía más que nadie una desconexión debido a una reciente ruptura sentimental.

A priori la idea era genial. Alejarnos de la vida rutinaria, cortar con el bullicio de la capital,...

Venganza en el rancho

A los ojos de esos peones yo era una putita, un pedazo de carne sin más función que ser preñada. Pero definitivamente se iban a enterar que con una chica como yo no se podía jugar.

Esta historia es la continuación de mi relato “Unos negros quisieron preñarme en un rancho”, que pueden encontrarlo en mi cuenta de autora. ¡Advertencia de contenido! Este es un relato para la categoría “Sadomaso”, si entraste aquí por error sal pitando antes de que te alcance un latigazo.

El estar apresada en un viejo cepo de tortura hizo que pensara sobre mi vida. Porque estaba allí, en medio del rancho, bajo la sombra de un árbol, con las manos y cabeza aprisionadas en la barra del cepo, amén de la...

Aprendiendo en la plaza

De cómo perdí la virginidad con un hombre casado.

Cuando tenía dieciocho sufrí una de las depresiones más fuertes de mi vida, y algo así cuando los estudios de la secundaria están finalizando puede ser fatal para las aspiraciones académicas. La razón era mi padre; cada vez que me cruzaba con él en la casa terminábamos enzarzados en una violenta discusión, y no ayudaba que el segundo aniversario del fallecimiento de mi mamá estuviera al caer. Era como un extraño reloj biológico que nos volvía los peores enemigos.

Que nada de lo que yo hacía estaba bie...

El secreto de papá

De cómo descubrí uno de los secretos mejores guardados de mi papá, que terminó convirtiéndome en la putita de sus amistades.

Los sábados por la noche mi papá y su novia solían invitar a dos parejas casadas, muy amigas de ellos, para pasarla en mi casa. Esa noche en particular yo y mi chico íbamos a salir a una discoteca, y cuando bajé por las escaleras para esperarlo en mi sala, vi a mi papá en una ronda de tragos con sus mencionados amigos. No tardaron en saludarme amistosamente tanto hombres como mujeres.

—¡Hola Rocío!

—¡Qué linda hija tienes, Javier!

—¿Vas a salir con tu novio, princesa?

—Buenas noches...