Manuel el macho (4).

Manuel, mi macho, comienza a acariciar la idea de follarse a mi novia.

Manuel tenía razón: después de que me follara por primera vez, sentí que le pertenecía por completo. Cada vez que le apetecía, me llamaba y se la chupaba o me follaba. Eso sí, yo no podía llamarle a él. Tenía que estar a su disposición. Su mujer, al parecer, era algo celosa y por ello tenía que planificar bien sus movimientos. Se la chupé en el coche, en los baños de varios centros comerciales, en un cine… Me montó en el aparcamiento de un aeropuerto y en una playa.

Sin embargo, quería más. Como he co...

Manuel, el macho (3). Cita en mi casa.

La primera vez que recibo a Manuel en casa, aprovechando la guardia de mi novia. Será también el día de mi desfloramiento anal.

Tras el encuentro en el descampado y la foto que le envié como señal de obediencia, nuestras conversaciones por teléfono y por wassap se multiplicaron.  Reconozco que alguna vez me sentí culpable: por el sexo con otro hombre, por ser infiel a mi mujer, por la vida de doblez y falsedad que estaba llevando… Intenté, y soy sincero, dejar de comunicarme con Manuel. Sobre todo, tras alguna tarde especialmente armoniosa con Raquel, o después de hacer el amor con ella. Sin embargo, era recibir un mensaje de Manuel...

Manuel el macho (2). Encuentros en el descampado

Prosiguen mis encuentros con Manuel, mi macho..

Después de nuestro primer encuentro en el descampado, me masturbaba sin cesar recreándolo. Recordar aquella polla, mi primera polla, en la boca, me la ponía dura sin remedio. Podía sentir en mi lengua su sabor, la rugosidad de sus venas, la insolencia de su capullo. Y su leche. Solía acompasar mi corrida rescatando de la memoria la sensación de aquellos latigazos de semen que inundaron mi boca y mi garganta.

Tardamos un tiempo en volver a vernos, pues su mujer y mi novia estorbaban nuestra próxima cit...

Manuel, el macho. Primer encuentro.

Mi heterosexualidad se difumina cuando conozco a Manuel, el macho. Llegará a ser suyo por completo. Lo contaré a lo largo de varios capítulos.

Conocí a Manuel en un chat bisexual. Me explico: tengo novia, nos llevamos bien y tenemos una vida sexual aceptable, aunque rutinaria. Desde hacía un tiempo tonteaba con la idea de tener algún tipo de relación extra, sobre todo con otro hombre. En realidad, sentía la necesidad de ampliar mi vida sexual y, de algún modo, me parecía peor engañar a mi novia con otra mujer. Además, me daba un morbo especial, para qué negarlo.

En este chat, tengo que confesarlo, solía inclinarme por adoptar un papel de sum...

Las bragas de mi novia (III)

Mejor leerse los dos anteriores para seguir la evolución del personaje...

Volví a casa con sabor a semen en la boca. Caminaba por la calle con la sensación de que todo el mundo sabía lo que había hecho. La gente que me miraba parecía reprobarme. Yo, entonces, bajaba la cabeza. Lo hecho, hecho estaba, no obstante. ¿Acaso me estaba convirtiendo sexualmente? El morbo me había hecho masturbar a un joven y chuparle la polla a otro hombre. En ambos casos, la excitación me había dominado. Había logrado llevar mis fantasías a la realidad. Lo que me preocupaba, no obstante, era que, en am...

Las bragas de mi novia (II)

Tras mi primera experiencia en los baños de un centro comercial, vuelvo a recaer en el morbo, utilizando de nuevo unas bragas de mi novia.

Tras el encuentro en los baños del centro comercial, estuve masturbándome con la escena durante un par de semanas, casi de manera compulsiva. Sin embargo, al mismo tiempo, sentía una enorme sensación de vergüenza por haberme colocado en aquella situación. Había pasado de la relativa inocuidad de la charla morbosa por chat al riesgo de una situación en la vida real, con un desconocido en un baño. Yo era mejor que eso, me decía, ¿y si alguien nos hubiera sorprendido? ¿Y si hubiese llegado la seguridad del cen...

Las bragas de mi novia (I)

De cómo llevé a la práctica mi primera fantasía morbosa. Las bragas de mi novia acabaron llenas de semen de otro hombre.

Era una época en que a mi novia y a mí no nos iba muy bien. Llevábamos un par de años viviendo juntos en mi apartamento y el desgaste de la cotidianidad nos estaba pasando factura. Follábamos poco, una vez cada dos semanas o así, y algunas veces el contacto se reducía a una mamada o a una paja. Parecía como si ella hubiese perdido el interés sexual por mí. Hay que decir, que mientras yo trabajaba de funcionario en el Ayuntamiento, ella lo hacía en una tienda de ropa, a turno partido, por lo que solía llegar...