Mi cambio de vida 8

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo VIII: El club

Capítulo VIII: El club

No quería hacerlo. Estaba nerviosa, presintiendo un gran desastre, y lo único que quería era salir corriendo. Pero entramos, sin dirigirnos la palabra ni mirarnos siquiera. La chica que había en la taquilla del club era muy simpática, y me imagino que viendo mis nervios intentó transmitirme toda la seguridad que pudo. Nos indicó una habitación en la que podíamos cambiarnos si queríamos y unas taquillas en las que podíamos dejar todas nuestras cosas. Era como la versión oscur...

Obsesión en el teatro

Hace seis años que estoy en el grupo de teatro de mi pueblo... ¡Y este año me han dado el papel de la protagonista en la obra! Lástima que tenga que hacer de pareja del tío más pesado del planeta.

4 de febrero

Soy Carolina y esto es una gilipollez. Hace 6 años que estoy en el grupo de teatro amateur de mi pueblo pero Antonio, nuestro director de toda la vida, se ha ido y ha entrado una tal Nati a dirigirnos. Viene de la ciudad y se cree visionaria o algo. Nos ha obligado a llevar un diario de ensayos, tengo que escribir aunque sean dos líneas sobre cómo me he sentido. Una chorrada, dice que así seremos más conscientes de… yo qué sé, de lo que nos pasa, supongo, no he escuchado mucho lo que decí...

Mi cambio de vida 7

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo VII: Mi transformación

Capítulo VII: Mi transformación

Esperé impacientemente un mensaje suyo. Pero no llegaba. Al cabo de una semana le escribí yo.

“Ama, ¿cuándo nos veremos? Llevo una semana sin correrme. Tengo ganas de masturbarme para ti”.

Esperé tres o cuatro días en mandar el siguiente.

“He follado con mi marido pensando mucho en ti. He tenido que hacer un esfuerzo porque siento que solo con que alguien me agarre la mano podría correrme, pero no lo he hecho. Te lo prometo”.

Luego solo dos d...

Mi cambio de vida 6

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo VI: Sin permiso.

“Diego quiere follar. ¿Puedo?”, le escribí. Me había encerrado en el baño y miraba atenta la pantalla de mi teléfono.

“¿Estás cachonda?”

“Un poco”, le contesté. Y era verdad, aunque sospechaba que el motivo por el cual me estaba excitando era el hecho de pedirle permiso a mi ama para tener sexo con mi marido, más que por el sexo en sí. Tenía un punto humillante, cederle a una chica de unos 25 años el poder de decisión sobre mi cuerpo y la relación con mi marido. Me excitaba y me mareaba a partes...

Mi cambio de vida 5

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo V: ¿Qué hace él aquí?

  • Hoy vamos a hacer algo especial. –me dijo, mientras caminábamos por la ciudad. Habíamos cenado en nuestro restaurante, donde yo la había visto por primera vez y donde mi ama disfrutaba exhibiéndome para un camarero muy joven, Felipe, que cada vez que nos veía llegar tenía una fuerte erección que duraba toda la noche. Ese día (cosa rara), Amanda no me había torturado demasiado con el pobre chico, sólo me había hecho abrirme la camisa para enseñarle mis pechos, y comerme el sorbete de limón lamiendo cada cu...

Mi cambio de vida 4

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo IV: Mujer trabajadora.

Encontré la puerta medio abierta, tal y como mi ama la dejaba siempre que sabía que iba a llegar de un momento a otro. Como siempre llevaba los labios rojos y me sentía fatal por estar disfrutando de sus abusos de esa forma. Pero esa sensación solía durarme poco, hasta que la veía a ella.

La encontré sentada en la mesa de su suite, con un montón de ordenadores abiertos y cables que salían de cada uno de ellos hacia los enchufes de la pared. Estaba hablando por teléfono y me sorprendió porque nunca la...

Mi cambio de vida 3

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo III: La tortilla

Mi marido Diego y yo vivimos en un piso bastante pequeño, pero del que llevo muchos años enamorada y que no puedo sentir más como mi casa. Tiene los techos altos y puertas de madera que no cierran del todo bien, que hace unos años pinté de color azul verdoso. Lo que más le gusta a Diego es la cocina, que es prácticamente más grande que el comedor. Yo debo decir que no me gusta nada cocinar, y por lo tanto creo que no lo valoro tanto… si puedo siempre le dejo a él esto de juntar ingredientes, seguir recetas...

Mi cambio de vida 2

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo II: Conociendo a Ama...nda.

Habían pasado tres semanas desde mi aventura extramatrimonial con una desconocida, y aunque al principio me sentí muy culpable y preocupada, que pasaran los días sin tener noticias de ella me tranquilizó. Había cumplido lo que mi chantajista había querido y ahora podría vivir tranquila como si nada hubiera pasado. Desde esta perspectiva, la idea de haber sido traviesa y haber tenido una aventura (¡con una mujer!) una vez en la vida me excitaba y casi enorgullecía.

Diego, mi marido, no sospechaba nada...

Mi cambio de vida 1

Soy Alicia, tengo 42 años, marido, trabajo estable, casa y algún que otro vicio. Esta es la historia de cómo me convertí en una esclava, y de lo mucho que lo disfruté. Capítulo I: Ojos que no ven... chantajista que lo goza.

A pesar de todas las voces en mi cabeza que me gritaban que saliera de ahí a toda prisa, había cumplido todas las peticiones. Me había vestido tan provocativa como podía, con una blusa negra escotada y una falda roja demasiado corta para mi comodidad. Completando el outfit llevaba mis cuñas (nada de tacones, tenía que poder correr si me veía en apuros) y, tal y cómo me había exigido el chantajista, me había pintado los labios de rojo.

El nerviosismo me erizaba la piel, y las miradas de algunos transeú...