Finalmente tuya
Dos hombres logran sentirse satisfechos con ellos mismos.
Entras al baño y cierras la puerta. Tal como lo planeamos, me acuesto en la cama y te espero. Bajo las luces, pongo música, me acomodo y empiezo a imaginar como saldrás.
Entramos, escondidos, con ese sentimiento de culpa de ser reconocidos, con el miedo de que nuestras esposas se enteren, de que nuestros amigos nos reconozcan, en fin, ocultando nuestras caras. Pero una vez adentro pudimos sentir como nos relajábamos. Solo nos miramos, y fuiste a arreglarte. Lo teníamos todo conversado, todo pla...