Mi venganza es negra y mide 24 centímetros
Mis dedos se retorcieron, mis pezones estaban duros como rocas y mi coño era un humedal. Cerré los ojos eché mi cabeza hacía atrás y dejé que mis manos me llevasen al nirvana. De fondo, desde el estudio, se oía el vídeo de Alberto y su amante en bucle. Jadeaban intensamente.
El siguiente relato puede ser considerado como la continuación de mi primer texto en este foro, llamado “Deseos no cumplidos, cuernos no consentidos”. En aquellas líneas contaba como mi pareja, Alberto, desestimaba y se burlaba de mis deseos de realizar un intercambio de parejas o una infidelidad consentida. Esta situación generaba en mi una amplia insatisfacción que desahogué en un modesto grupo de palabras y que desembocó en una masturbación antológica. Ese era (y sigue siendo) mi único consuelo al fantas...