Nos las follamos gracias a su afición al bingo

Dos espectaculares mujeres casadas caen en mis manos gracias y montó una orgía con mis amigos Ramón y el cubano Carlos Alberto. Me aproveché de su afición al bingo y de las deudas que tenían

Ya sabéis que me paso el día pensando en ideas morbosas para seducir mujeres, tenerlas bajo mi control y follármelas a placer durante una temporada. A veces las oportunidades se me presentan de improviso, como en la historia que os voy a contar. Esto me ocurrió con Marta. Vive en mi barrio, en una zona de chalets de lujo, yo vivo en otro en la misma urbanización, la vida me ha tratado bien últimamente. Ella desayuna con una amiga en la cafetería de la urba. Una mañana quise invitarlas a desayunar.

—Es...

Cómo le comí el culito a la sobrina de mi mujer

Marisita, 18 años, un manjar, se presentó en mi casa cuando mis vecinos empezaron a follar y sus gritos traspasaron las paredes de mi apartamento. La niña se puso cachonda y la sometí a todos mis caprichos: le comí el culo y el chocho, y me la follé.

Estoy de vacaciones en mi apartamento en la playa que tiene las paredes de papel. Se oye todo. En el piso al lado del mío una parejita se lo monta siempre a la misma hora, las cuatro media de la tarde. Ya sé que él tiene una buena polla y que a ella le encanta que le coman el chocho.

Hoy, unos minutos antes de que empezara la sesión diaria de la parejita, se ha presentado en mi casa Marisa, una sobrina de mi exmujer. Venía a verla a ella. No se ha enterado de que llevamos siete meses separados.

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Se la clavé en el culazo a la viudita mirona

Una viuda de 55 años se dedica a mirar a las parejitas en un parque al atardecer. Mi amigo Bernardo y yo decidimos utilizar a un jovencito con una gran polla para seducirla. Nos la follamos los tres.

—La vieja es una mirona.

Se lo oí decir a dos chavales jovencitos en el pub donde paro por las noches. Yo estaba con una cerveza en la mano con mi amigo Bernardo. Los dos pasamos de los cincuenta y nos colocamos todas las noches en este local. Me quedé con la copla de los jovencitos y seguí expectante su conversación.

—Esa tía va por las tardes a pasear por el parquecito de las acacias y se fija en todas las parejas, a mí y a mi novia no nos quita el ojo. El otro día le dije: «¿Qué miras, vieja?...

El negro se folla a la madre y yo a la hija

Un negrazo que vende bikinis en la playa, con un pollón descomunal, se folla a una madurita casada a la que yo vigilo por encargo de su mosqueado marido. Sorprendo a su hija Sarita, de 18 años, que también está espiando a la pareja y aprovechó para follármela.

Ya me conocéis, cincuentón, regordete, detective privado, huelebraguetas al que le toca siempre perseguir infieles. Los cornudos y las cornudas vienen a mi oficina a contarme sus penas y para que desenmascare a sus conyuges. Mi último cliente es un tipo estirado y elegante que pasa de los cincuenta y tiene el dinero por castigo. No se fía de su mujer, una madurita de 48 años de anchas caderas, culo gordo y 110 de tetas. Al tipo le gustan neumáticas. Ella se pasa el verano en un chalé de lujo en una playa de...

Casada morbosa: le gusta que la follen en el cine

Un detective privado, una mujer casada con tetazas impresionantes y oscuros deseos: le gusta hombres desconocidos se la follen en cines oscuros. Una mirona en el cine, a la que someto y seduzco para que se la folle mi ayudante, Paquito, un chic

Soy detective. Tengo una oficina cutre y destartalada en un edificio de Madrid. Mi ocupación principal es perseguir infieles, un ‘huelebraguetas’, vale, no me importa. Me gano bien la vida. Los  cornudos y las cornudas vienen a que les ayude a desenmascarar a sus cónyuges. El último en llegar hace unos días fue un ejecutivo de una importante empresa, un tío alto, muy moreno, aparentaba 40 años. Yo paso de los  cincuenta, ya no tengo cuerpo de gimnasio como cuando era un veinteañero pero me conservo y de tar...

La joven del metro estaba cachonda y me la follé

La conocí en el metro de Madrid, un chico joven la estaba metiendo mano aprovechando una aglomeración. Le regañé y me quedé con la chica. Ella estaba cachonda y yo tenía lo que necesitaba: mucho morbo y una polla lista para ella.

Esto ocurrió en el metro de Madrid hace unos meses. El andén estaba lleno de gente, un día de esos en los que hay que entrar a presión. Me fijé en una chica muy jovencita, morena, no muy alta, llevaba una falda muy cortita, un manjarcito, aparentaba unos 18 años, melena larga, culo firme y apretado, piernas deliciosa, tetas en punta. Varios chicos se colocaron a su lado. «Joder, demasiada competencia», pensé. Yo soy un sesentón, regordete, poco atractivo para un yogurín tan apetecible. Me concentré en mi li...

Me juego una comida a que me follo a tu mujer

Descubro que Eduardo tiene una polla minúscula y que cree que su mujer es frígida. Me dice que es puro hielo. Yo me apuesto una comida a que derrito ese hielo y me la follo.

Belén es una mujer rubia, aparenta 34 años. Es alta, no muy guapa de cara, pero tiene unas caderas gloriosas y un culito respingón que me pone. Ella lo sabe y se

pone pantaloncitos ajustados, sale a hacer footing con unos leggins negros que quitan el hipo. Yo me contentaba con mirarla hasta que me hice amigo Eduardo, su

marido. Vivimos en el mismo edificio, ellos en el quinto y yo en el sexto. No os he dicho que ya he cumplido 55 y que estoy separado. Nunca me plantee follarme a

Belén hast...

Vane sueña con que un viejo le azote el culo

Descubro los secretos de dos jovencitas: Bea es morbosa, le gusta sentirse deseada por desconocidos, y a Vane le encantaría que un hombre mayor le diera una azotaina en el culo. Me las apaño para cumplir las fantasías más oscuros de las dos chicas.

Todas las noches los jóvenes de la urbanización de la playa en la que resido en verano se sientan apoyados en la valla de mi jardín y hablan y hablan sin parar, también beben y fuman y retozan. Ellos no me ven pero yo desde el otro lado de la pared les escucho. Los voy conociendo al dedillo. Me interesan las chicas, ¿lo comprendéis, no? Hace dos noches había tres que no callaban, estaban solas. Confidencias de mujeres, pensé. No perdí ripio, siempre es bueno estar informado.

—La Bea es una sosa –decía...

Mañana me voy a follar a tu madre

Luis es un veterano jubilado al que le encantan los culos de las señoras. Un día descubre una infidelidad de Maribel, casada con un ejecutivo, para someterla a sus caprichos en presencia del joven hijo de ella.

Me llamo Luis, tengo 63 años, soy fontanero pero estoy jubilado. Nada de curro. Mi vicio: los culos de las señoras. Me encantan. Ahora tengo uno a tiro, una casada de 44 años. Se llama Maribel, su marido es un ejecutivo de Telefónica, él se marcha temprano y regresa a última hora de la tarde. Ella es una tía bien, gimnasio, peluquería, spa. Vive en un chaletazo en Pozuelo. Alguna chapucilla he hecho en su casa. Todos los días me siento en un banco en un parque por el que trota Maribel a las 10:30 de la maña...

La extraña me folla: Comeme el coño, cariño

Un desconocido me ofrece dinero por una cita con su dueña en una mansión, pero tengo que cumplir todas sus instrucciones sin hablar y ponerme un antifaz que me impida ver a la mujer

Yo tenía treinta años entonces. Era alto y fuerte, con un cuello de toro, piernas como columnas, brazos musculosos pero sin exagerar, llevaba el pelo negro, tenía un aspecto lorquiano de moreno de verde luna. Todos los días a las siete de la tarde me tomaba un whisky en el pub Bortimer, en la avenida del Mediterráneo de Madrid, un local decadente que me encantaba. Me gusta tomarme copas en sitios sombríos, esconderme en un rincón con mi copa en la mano para otear el horizonte. Aquel día fue distinto. Me sen...