No son cuernos, sino morbo (i)
Una cálida noche de verano madrileña puede dar pie a una tórrida aventura si sabes dejarte llevar
Si me enrollo con una mujer, ¿lo considerarías cuernos, cariño?
Esa pregunta me hizo mi novia cuando salía, aturdido por el vaho y calor de la ducha, del baño con una toalla enrollada a la cintura cubriendo la parte inferior de mi cuerpo. En un principio no le presté atención a su comentario, creí haber oído mal, aunque bien es cierto que experimenté ligera reacción física ante sus palabras, pero consideré que eran figuraciones mías. Así y todo, seguí con mi procedimiento habitual al salir de la ducha...