Helado de chocolate
Tú, yo, el apartamento y lo que se puede hacer con un poco de helado.
Fuiste tú quien comenzó, incluso si yo tenía más que tú de hacerlo. Fuiste tú y tus comentarios y esa manera de mirarme.
Tú, yo y el apartamento, los dos solamente. Comer la tarrina de helado en el sofá y, de repente, tus labios en los míos sin avisarme. Tu boca, tan fría a causa del helado, que quiere empezar a viajar un poco, pero tú te aleas levemente mirándome a los ojos, como si quisieras contarme algo sin decirme nada. Y yo, por supuesto, yo sé lo que quieres, lo que quiero.
Esta vez soy y...