Juegos y variables
Nunca tuve aptitud lúdica, pero el fin valía los medios.
Lunes, 25 de noviembre de 1976 Tarde de otoño. Las hojas resecas, caídas en el jardín de Rodrigo, causan pequeños crujidos al contacto con la suela de mis zapatos. Ruidos, simples ruidos que no valdría la pena comentar, si no sirviesen de contexto a lo divino. Si no sirvieran de marco a la conversación de ella con su buena amiga Pierina, hermana de él. Carla era su nombre; tan simple y trillado que, debo de admitir, me desilusionó al sólo escucharlo de mi gran amigo Rodrigo; y fue principalmente...