Mi posesión más preciada (ii)
Sigue la historia de mi pequeña chica de prácticas.
- “Ven aquí”
Cada vez las vacilaciones eran menores. Cada vez atendía más rápido a mis órdenes.
Poco a poco fue dándose la vuelta.
- “¿Alguien te ha dicho que te bajes la camisa?”
Y así, con cuidado de no tropezar, colorada y con la mirada baja, con sus pantalones en los tobillos y las bragas a la altura de las rodillas, vino hacia mí. Su coño era tal y como había imaginado. Poco pelo, castaño, joven, tentador y apetecible.
Sus tetitas, de tamaño mediano, con pezones desafiante...