Testigos de Jehová

Los caminos del Señor son inescrutables y las formas en que se manifiesta tan variadas que nunca podemos decir lo que nos espera al abrir la puerta a un trío de apóstoles.

El fin de semana siguiente, me llamó completamente excitado Edu, diciéndome que tenía una buena preparada para el día siguiente. Le pregunté que qué cojones pasaba y me explicó que ayer le habían picado en casa un par de testigos de Jehová, que querían anunciarle la buena nueva y toda la fanfarria habitual. Él les había comentado que estaba interesado, pero que en ese momento no podía atenderles, que prefería quedar el fin de semana. Le dijeron que de acuerdo y quedaron para el domingo. Sus padres estaban f...

Una noche tonta

Unos colegas salen de marcha con una chica a la que se intentan tirar. Pero las circunstancias hacen que ella termine en la playa con nuestro protagonista.

En aquella época íbamos muy pasados de vueltas. Nos encantaba beber y fumar maría hasta perder el control. Teníamos entre diecisiete y veinte años y éramos un grupo de tres amigos. Cristóbal y yo nos conocíamos del instituto, aunque él estaba en un curso superior. Como éramos pocos los que vestíamos con estética heavy, acabábamos conociéndonos todos y saliendo juntos, ya que aquella imagen también representaba una forma de ver la vida, bastante alternativa en relación al resto de estudiantes. En cambio a Ed...

Morbo con el vejete

Una mujer y su marido se excitan fantaseando a cuenta de un vejete que requiebra a la mujer cuando pasa por el parque. Las versiones de ambos sobre el hecho tiene sustanciosas diferencias, pero un alto voltaje sexual.

Al llegar a casa, Lola me volvía a comentar lo mismo. Había un vejete, de casi setenta años, alto, delgado, con el pelo completamente blanco y algo grasiento, la cara bastante fea, que entornando sus ojillos de rata libidinosa le susurraba cuando ella pasaba a su lado, frases del estilo "te voy a comer ese higo tan jugoso que tienes" o "te la voy a meter hasta que te salga por la boca". Ella seguía caminando, haciéndose la digna, con la cara muy alta pero roja como un tomate y, aunque se negara a reconocerl...