Dos polvos y un funeral

Me daba un poco de reparo hacer lo que me pedía el coño y negaba el buen sentido, pero un buen polvo con don Narciso quizá me quitara el mal sabor de boca. Ver morir a la madre de tu marido mientras él te está follando es, sino traumático, desconcertante.

Dos polvos y un funeral

Corrían malos tiempos y tanto mi marido Blas como yo perdimos nuestros puestos de trabajo. Sin otra perspectiva inmediata, apostamos por regresar a su pueblo y allí dedicarnos al turismo rural.

Encontramos una vieja casona a muy buen precio, estaba junto al río y las frondosas plantaciones de perales y manzanos disimulaban el secarral circundante. Destinamos el finiquito a su compra y rehabilitación y contamos desde el primer momento, aparte de con nuestra ciega i...

El culo incorrupto de Bernat Falop

Nunca manipuléis vuestra imagen en la red. La verdad saldrá tarde o temprano.

Como no tenía amigas en el mundo real, me registré en el más pudoroso portal de apaños emocionales y lo rastreé de arriba abajo. Soy un “cabeza cuadrada”, ya os lo conté en el relato anterior “¿Y si soy..?”, por lo que analizaba la fotos que aparecían en los perfiles de las chicas con el ojo de un técnico fotográfico. Hablarme de belleza, sensualidad o mirada sugerente, sería el equivalente de hablarle de colores a un ciego de nacimiento, consecuentemente me perdía analizando los incorrectos encuadres, los...

¿Y si soy...?

La condición humana me confunde y desquicia.

Esa descalificación aún suena en mis oídos:

«¡¡¡CABEZA CUADRADA!!!»

Así me llamaban en la escuela. Cierto que soy más de ciencias que de letras y que siempre conecté mejor con las máquinas que con esos revoltillos de huesos, vísceras y emociones llamados humanos. Una máquina tiene su manual de instrucciones y está programada para aquello que uno precisa. Si no actúa adecuadamente, se la resetea, formatea o lleva al desguace si no hay reparación posible. No sentir es la mejor de sus cualidades. ...

La tentación de Rosalinda

Rosalinda se acerca a los treinta. Lo tiene casi todo, lo probó casi todo. Pero casi no es todo.

Lo inconveniente y peligroso tentaba a Rosalinda. Ese aleteo en el estómago que precede los momentos excitantes daba sentido a su vida. En su infancia, iba con su familia a buscar setas e insistía en recoger las que desechaban los demás:

-Rosalinda no seas pesada, ¿cómo tengo que decirte que esas no? -la reñía su papá impaciente sacándolas de la cesta.

-Pero papá, ¿son malas?

-No lo sabemos y es mejor no asumir riesgos.

-Pero alguien tuvo que probar esas que tomamos por buenas.

...

Saciada por garrulos (Fin) Amor de perra

Seguía retorciéndose aún con secuelas de placer tras cada estrujón de coñito y cuando tuve la toalla empapada como el pañal de un bebé se la pasé al taxista para que la oliera, pajeara encima o hiciera lo que le viniera en gana.

*Yo trabajaba para sus padres por aquel entonces. La chica, Verònica Flaquer, había contactado con ellos desde Cabra de Cinca, un pueblo cercano a Fraga, pero habían pasado tres meses y nada sabían de ella. Tenía diecinueve años, buen cuerpo y buenas intenciones, alocadas según el parecer de sus papás; pero ¿quién no lo las tiene a esa edad? Llegué a Cabra y me di una vuelta para ver con que personajes Verónica lidió antes de desaparecer, y pensé que un lugar donde los viejos se rascaban los huevos tras el...

Saciada por garrulos (3) Cemento y semen

Me estremecí entera, sin los juegos de palabras con que había escudado mi deseo, me sentía más indefensa que nunca. Estaban expuestos al sol de la tarde, el sudor chorreando por la frente y perlando el vello de sus pectorales, trazando riachuelos en la piel de sus brazos y sus piernas polvorientas de cemento.

Esta entrega incluye el relato publicado anteriormente: Sarna con gusto no pica , que se retiró por su dudosa ubicación; junto al inédito: Cemento y semen. Espero que os guste . Introducciones. Pokovirgen**

SARNA CON GUSTO NO PICA

Blas estaba de espaldas y yo no podía menos que excitarme contemplándolo. Bajo el pantalón, sus piernas algo arqueadas pero duras como pedernal, dos columnas que nunca flaqueaban en su vigor fornicante. Su culo, capitel de las columnas, no lo era m...

Saciada por garrulos (2) Vestida de semen

Mis manos temblaban viendo al garrulo secarse, especialmente cuando alcanzaba la entrepierna y allí se aplicaba con la toalla, tirando de ella de atrás para adelante, repasando bien los testículos y dándose con frenesí para que todo quedará bien seco de agua, pero bien macerado en jugos.

Un cerdo murió por mi culpa y el gorrinero se cobró el desperfecto. Nunca había pagado nada tan a gusto. Creía que no quedaba nada por saldar, pero estaba equivocada. Faltaba el recargo. M emorias. Verònica Flaquer**

No podía conciliar el sueño por culpa de esos berridos. Ignoraba que traíamos un semental junto al cerdo muerto, un verraco que las gorrinas de la pocilga olfateaban. Igual que Clarice Starling deseó el silencio para sus corderos, lo mismo deseé para ellas. Tranquilizadas por un cambi...

Saciada por garrulos. El gruñido de los gorrinos

Garrulo: tosco, inconveniente, bruto rural. Estaba tan lubricada que su vara se deslizó hasta el fondo con la suavidad del jabón y no se oyó más ruido que el de mis dientes castañeando de placer. Placer por sentir mi coño sometido, sus paredes tirantes por la tensión de la carne penetrándome.

No puedo meterme en la piel de Clarice Starling escuchando el balido de los corderos. El gruñido de los gorrinos me queda más cercano. Aquella tarde de julio presentí que ese sonido cambiaría mi vida para siempre. Y no estaba equivocada. Memorias. Verònica Flaquer.**

La conversación no arrancaba tras fallidos intentos. Normal. ¿Qué tenía yo en común con ese tipo? Para mí, cualquiera que rebasara los cuarenta era un fósil digno de catalogar, un ser sospechoso de las más viles actitudes reaccionaria...

Demasiado puta para sentirme vejada

Acudo a una cita. Me espera el hombre que me degrada y arruinó mi vida en el pasado. A pesar de ello, mi respiración acelera, mis pezones erectan tras la blusa y mi coño segrega flujos hasta empapar mis bragas.

Estoy cansada. Dos horas en tren y metro para llegar al hotel, tras diez horas de arduo trabajo, no deberían ser del gusto de nadie en su sano juicio; pero a mí me provoca una grata sensación de paz. ¿Extraño?: Puede. ¿Estoy loca?: Probablemente.

Deberé arrodillarme ante él, la misma postura que requiere fregar escaleras vecinales, cierto; aunque no es lo mismo sentir las frías baldosas que la moqueta bajo mis gastadas rodillas. Tampoco es igual ser objeto de las despectivas miradas de los vecinos que...

Tú eres mi viaje

Repasando Geografía con tu cuerpo.

TÚ ERES MI VIAJE

¿Por qué me reprochas que no quiera viajar?

¿para qué voy a hacerlo si tú eres mi hogar?

Buscando navego por espacios virtuales,

con Google Earth encuentro por fin

tu cuerpo de Atlante en el fondo marino

gestando ciclones, maremotos, tifones,

tus pies situados en glaciares antárticos,

Los Andes, relieve de sinuoso espinazo,

redondez de tu ombligo, Coliseo Romano,

la tetilla turgente, decadente Montmartre.

La raya del pelo...