Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña VI

Lucía me empieza a instruir sobre lo que me espera con su amiga Marga.

Mientras ella se dirigía a su habitación, yo me fui al baño a lavarme las manos. Cuando, abriendo el grifo, empecé a escuchar el agua correr, sentí una enorme necesidad de orinar. Así pues, recogí el recipiente que tenía siempre preparado al efecto y me dirigí, como tenía ordenado, hacia la habitación donde se encontraba mi dueña. Una vez allí y, aunque la puerta estaba abierta, di en ella dos golpes con los nudillos para advertir de mi presencia. Mi ama se giró para mirarme y, sin decir nada, continuó indi...

Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña V

La esclava recibe instrucciones para su próximo servicio.

  • Sírvenos –ordenó mi dueña con tono firme.

Inmediatamente abandoné mi postura de espera y, sin levantarme, procedí a llenar las dos copas con el fresco vino blanco que había abierto Lucía mientras servía a su amiga en el cuarto de baño. Una vez llenas y con las dos manos, ofrecí primero una de ellas a doña Marga para, a continuación, repetir lo mismo con mi señora.

  • Un brindis por las buenas esclavas – dijo mi ama mientras unía levemente su copa con la de su amiga.

  • Por las buenas escla...

Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña IV

La visita comprueba el potencial y posibilidades de la esclava

  • Se trata de una de las periódicas reuniones de nuestro club. No más de diez personas a las que nos une el placer de la dominación. De forma alterna, nos reunimos a cenar en el domicilio de uno de nosotros. Una cena formal, en la que se siguen estrictamente las normas establecidas por el anfitrión, pero una simple cena al fin y al cabo. El problema radica en que me corresponde a mí ofrecer mi casa para la próxima reunión y me encuentro con dificultades para completar el servicio. Comenté el asunto con tu d...

Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña I

Una mujer casada descubre su espíritu sumiso con Lucía, una compañera de trabajo.

Fue cosa del azar. Soy una mujer casada. Felizmente casada diría yo ahora. Lo que no sabría decir es con quién. Convivo con mi marido en nuestra casa, aunque mi situación no es la de una esposa al uso. Más bien es la de una esposa usada. Sí, usada, pues, en realidad, soy la esclava de mi amo, mi marido, al que pertenezco por deseo expreso de mi dueña. Puede parecer difícil de entender, pero es muy sencillo. Tras unos años de matrimonio, la relación con mi marido se fue enfriando. No deseábamos ni separarnos...

Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña II

La aventura de una noche se transforma en sumisión definitiva a Lucía.

Así fueron pasando los días y los meses. Las charlas de café con Lucía se fueron haciendo cada vez más frecuentes y  más difícil la espera para la siguiente. Las ocasiones en las que quedábamos para seguir nuestra relación secreta en su casa podían ser perfectamente comprensibles debido a nuestra relación laboral y a que dos amigas siempre tienen cosas que hacer sin levantar ningún tipo de sospecha. Mi marido en ese aspecto era como casi todos los hombres. Aceptaban cualquier situación que no cambiara su ru...

Mi marido es mi amo, Lucía mi dueña III

La relación de sumisión va progresando

Después de ese primer día, mi vida fue adaptándose a mi condición de esclava, de juguete sexual. En el trabajo manteníamos las distancias oportunas, aunque en alguna ocasión me ví en el aprieto de evitar algún comentario de compañeros en relación a la cada vez más estrecha relación con la gerente de marketing. Por su parte, mi marido seguía sin descubrir mi condición, aunque mi vida sexual con él vivió, desde ese momento, una renovada actividad gracias a mi coño afeitado, que tuve que justificar haciéndolo...

Propiedad de mi hijo 2

La esclava y su hija son llevadas a la vivienda de la pareja del amo para un juego muy especial...

Cuando se detuvo la furgoneta de nuestro Amo, nos descargaron cuatro hombres mediante unas barras de metal a las que engancharon nuestras jaulas por medio de unos ganchos. De ese modo fuimos trasladadas sin ningún cuidado ni miramiento a un lugar en el que nos descargaron bruscamente. Debía ser un sótano porque pude notar cierta inclinación de la jaula y los mismos sonidos de pisadas que cuando se bajan escaleras. Tras sacarnos de las jaulas nos destrabaron y nos quitaron las capuchas y las mordazas. Sin ti...

Propiedad de mi hijo 1

Relato en primera persona de una mujer que se entrega como esclava a su propio hijo.

Delante del espejo del tocador, serena y feliz, paso a relatar, de la mejor manera que mi torpe condición sepa y permita, la historia de mi vida como sumisa esclava, contada por orden de mi Amo y Señor. El me ha encargado que haga saber a todos cómo transcurre actualmente la vida de mi hija y la mía, lo que somos, por qué hemos decidido vivir así y cómo es la especial relación que no une. Espero, humildemente, la benevolente comprensión del lector y la gracia de su perdón si, por culpa de mi deficiente form...

Propiedad de mi hijo 4

Tobías y Rajá entran en escena

Cuando nuestro dueño empezó a desmontar el taladro que todavía giraba en el interior del recto de Esther, dejándolo suficientemente irritado por el continuo rozamiento, irrumpió en la sala Tobías, quien traía a Rajá atado con una correa. Rajá era un hermoso y enorme macho de mastín que el Ama Kaobah tenía como perro guardián de su chalet y al que recibió, incorporándose, con un abrazo y varias palmadas en los lomos del animal. Tomó seguidamente la correa que su esclavo le tendía postrado a sus pies y, coloc...

Propiedad de mi hijo 5

Después de ser usada por Rajá, la esclava es limpiada por su hija.

A continuación, me fue soltando de mis ataduras, abrió el cepo que me retenía y tirando de mi cabellera me liberó de mis restricciones. Apenas salí del cepo me postré en el suelo a los pies de mi ama en señal de agradecimiento y sumisión, tal y como estaba enseñada. Ella enganchó una correa en mi collar y tiró de mí para obligarme a ir, por supuesto a cuatro patas, hacia una esquina de la estancia, en la que había colocada una cruz de San Andrés. Una vez allí, me ordenó levantarme. Obedecí al instante y erg...